Santa Juana de Chantal: esposa, madre, viuda y religiosa fundadora - 800Noticias
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Religión

María García de Fleury

Santa Juana de Chantal nació en Dijon, Francia, en 1572, en medio de una familia muy prominente. Su padre era presidente del Parlamento de Borgoña. Bonita, alegre, caritativa, a los 21 años se casó con el varón Christophe de Ravoutin-Chantal, hombre al que amó profundamente y fue muy correspondida.

Juntos tuvieron seis hijos. Lamentablemente, a los siete años de casada, su esposo murió en un accidente de cacería. Viuda, con apenas 28 años y llena de tristeza, el suegro de Juana la forzó a vivir en su castillo de Montelón, amenazándola con desheredar a sus hijos y se negaba. Juana vivió allí siete años aguantando malos tratos y humillaciones.

En lugar de participar en las fiestas sociales, ocupaba su tiempo cuidando de sus hijos y administrando muy bien los bienes que le había dejado su marido.

Se dedicó a la oración y a la práctica de la caridad, repartiendo cantidades de limosna a los pobres. Como había hambre y escasez en el país, cada día una gran fila de mendigos llegaba al castillo y recibían abundante comida y buenas atenciones médicas.

Ella misma visitaba en sus ranchos a los que estaban en cama y asistía a los enfermos más repugnantes y abandonados. Animaba a todo el numeroso personal de trabajo de la finca a rezar con ella las oraciones de la mañana y de la noche. Asistían a misa cada domingo y recibían instrucciones religiosas cada día.

La oración de la mañana y de la noche se realizaba en la casa de los que estaban en casa cada semana. En 1604, en una visita que le hizo a su papá, conoció a San Francisco de Sales, quien era obispo de Ginebra. Con esto comenzó un nuevo capítulo en su vida.

Su inmenso deseo era el de hacerse religioso, pero San Francisco de Sales se opuso y le decía que primero tenía que educar bien a sus hijos y cuando ya estos estuvieran bien formados y preparados para triunfar en la vida, le aceptaría que fuera religiosa. Pasó el tiempo y con sus hijos grandes y encaminados, Juana repartió sus joyas y sus pertenencias. La purísima amistad que surgió entre Juana de Chantal y Francisco de Sales permitió que Juana creciera en sabiduría espiritual y en auténtica santidad.

Siendo dos almas muy distintas, pero tan unidas en el plano sobrenatural, juntos fundaron la Orden de las Hijas de la Visitación de Santa María en 1610. Querían que fuera un instituto religioso parecido al de las hijas de Caridad, pero no se hizo. En 1610, Juan de Chantal y Juan de Chantal se unieron a la Orden de San Vicente de Paul, a quien admiraba espiritualmente, pero el Cardenal de León le dijo que debía ser un claustro riguroso.

Después de la muerte de San Francisco de Sales, la madre, Juana de Chantal, continuó con energía su dedicación a Dios. La mayoría de las vocaciones que le llegaban provenían de familias nobles que, a semejanza de su fundadora, abandonaban las riquezas del mundo para entregarse al servicio de Dios y de la Iglesia.

Juana fue una auténtica contemplativa, llena de múltiples proyectos para la gloria de Dios y la santificación de las almas. Escribió alrededor de 11.000 cartas llenas de gran profundidad espiritual. Le indicaba a sus maestras de novicias que se aseguraran de que los escritos de Santa Teresa de Jesús se leyeran y estudiaran en los noviciados de la Orden. Falleció el 13 de diciembre de 1641, pero su fiesta fue asignada para el 12 de agosto.

Juana de Chantal dejó 86 casas de la Orden, fundadas en pocos años, llenas de la contemplación a Dios, bondad, mansedumbre y humildad como características de estas religiosas, porque ellas querían imitar a Cristo, que es Dios, y con Dios siempre ganamos.

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