Santa Josefina Bakhita, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
El 8 de febrero la iglesia celebra a Santa Josefina Bakhita, aunque no se conocen datos exactos sobre su vida de in fancia, se piensa que podría ser del pueblo de Olgossa, en Dafur al sur de Sudán, y que ha debido nacer más o menos en el año 1869. Creció junto a sus padres, tres hermanos y dos hermanas, una de ellas su gemela.
A los 9 años paseaba con una amiga por el campo y de pronto la secuestraron dos hombres quienes le pusieron el nombre de Bakhita, la llevaron al El Obeid donde fue vendida a 5 amos distintos en el mercado de esclavos.
Bakhita intentó escapar pero sin éxito, su cuarto amo fue el peor de sus humillaciones y torturas, luego un comerciante Italia no llamado Callisto Legnani, la compró en 1882, era el quinto amo y ella escribe, “esta vez fue realmente afortunada porque el nuevo patrón era un hombre bueno, no fui maltratada ni humillada, algo que me parecía completamente fuera de la realidad pudiendo llegar incluso a sentirme en paz y tranquilidad”
Dos años después Legnani se vio en la obligación de dejar Jartum y Bakhita quiso seguirlo a Italia, allí se quedó como esclava de la esposa de un amigo de él. Con su nueva familia Bakhita trabajó de niñera y amiga de Menina, hija de ellos. Más adelante la familia se trasladó a Suakin, pero Bakhita decidió quedarse en Italia.
Bakhita y Menina ingresaron al instituto de las hermanas de la caridad en Venecia, una congregación religiosa que había sido fundada en 1808, más conocida como las hermanas de canosa, allí fue donde Bakhita conoció de verdad a Cristo, y que Dios había estado con ella en su corazón, por lo que le había dado fuerzas para poder soportar la esclavitud, pero recién en ese momento sabía quién era Dios.
Recibió al mismo tiempo el bautismo, la primera comunión y la confirmación y tomo el nombre cristiano de Josefina Margarita Bakhita. Su felicidad era inmensa y en su biografía cuenta que en el instituto conoció cada vez más a Dios que la llevó hasta allí de una extraña forma.
Bakhita permaneció en el instituto y el 7 de diciembre de 1893, cuando tenía 38 años se convirtió en una de las hermanas de la orden.
La enviaron a Venecia en 1902 para que trabajara limpiando, cocinando y cuidando a los más pobres, nunca realizó milagros y fenómenos sobrenaturales, pero tenía la reputación de ser santa, siempre fue modesta y humilde, mantuvo una fe firme en su interior y cumplió siempre con sus obligaciones diarias.
Un día dijo: “Si volviera a encontrar a aquellos que me raptaron y torturaron me arrodillaría para besar sus manos porque si no hubiese sucedido esto, ahora yo no sería cristiana ni religiosa”
Las hermanas la invitaron a escribir su autobiografía y viajó por Italia dando conferencias al respecto, aun cuando quedó en silla de ruedas por su débil salud. Bakhita falleció el 8 de febrero de 1947.
Amigos, Bakhita es la santa africana y la historia de su vida es la historia de un continente, válida para católicos, protestantes, musulmanes o seguidores de cualquier otro tipo de religión tradicional.
Su espiritualidad y su fuerza la han convertido en la hermana universal, como la llamó el Papa Juan Pablo II cuando la canonizó, porque ella logro aprender y vivir que ¡con Dios siempre ganamos!