Santa Jacinta Marto, por María García de Fleury
María García de Fleury
Jacinta Marto nació el 11 de marzo de 1.910 en Aljustrel, Fátima, Portugal, y fue bautizada el 19 de enero de 1.911.
Jacinta era una muchachita muy afectiva y muy consentida. Le gustaba jugar, bailar, cuidaba de las ovejas trabajando como pastora junto con su hermano Francisco y su prima Lucía. Cuando tenía siete años y su hermano Francisco, ocho, participaron de las apariciones de la Virgen en Fátima junto con la prima Lucía, desde el 13 de mayo hasta el 13 de octubre de 1917. Durante la primera aparición, la Virgen María les pidió que rezaran el rosario e hicieran sacrificios ofreciéndolos por la conversión de los pecadores. También les pidió que regresaran a ese mismo lugar el 13 de cada mes durante los próximos seis meses.
De todo el mensaje de Fátima, lo que más le impresionó a Jacinta fue las consecuencias del pecado por las ofensas a Dios y en los castigos de los condenados al infierno. Por eso se privaba de la merienda para ayudar a los niños necesitados de dos familias. Usaba una cuerda en la cintura día y noche que le hacía sufrir tanto que apenas podía contener las lágrimas hasta que la Virgen le prohibió que durmiera con la cuerda. Asistía a la Santa Misa diariamente y tenía un gran deseo de recibir a Jesús en la Santa Comunión en reparación por los pobres pecadores. Contemplaba con amor a Cristo crucificado y lloraba siempre que escuchaba el relato de la pasión de Cristo. Amaba con devoción muy profunda y tierna al corazón inmaculado de María. La honraba rezando el santo rosario a diario y conjaculatoria. De las que más le gustaba repetir era: «Dulce corazón de María, sé la salvación mía, dulce corazón de María, sé la salvación mía»:
Antes de morir le dijo a Lucía: Lucía falta poco para irme al cielo, tú te quedas aquí para decir que Dios quiere establecer en el mundo la devoción al inmaculado corazón de María. Cuando vayas a decirlo no te escondas, dile a toda la gente que concede las gracias por medio del inmaculado corazón de María, que las pidan a ella, que el corazón de Jesús quiere que a su lado se venere siempre al inmaculado corazón de María, que pidan por la paz al inmaculado corazón, que Dios la confió a ella.
Jacinta personificó el mensaje de la Virgen. Toda su vida es un perfecto resumen de lo que la Virgen Santísima pidió en Fátima y sigue pidiéndonos a cada uno de nosotros, oración, sacrificio por la conversión de los pecadores. La vida de Jacinta es como la llave que abre el mensaje del inmaculado corazón de la Virgen María. A Jesús en la Eucaristía lo visitaba con frecuencia y por largo tiempo en la iglesia parroquial.
El 23 de diciembre de 1.918 Francisco y Jacinta cayeron gravemente enfermas por la terrible epidemia de bronconeumonía. A pesar de eso no disminuyeron su fervor ni sus sacrificios. Jacinta sufrió mucho por la muerte de su hermano Francisco. Durante su enfermedad confió a su prima Lucía. Sufro mucho pero ofrezco todo por la conversión de los pecadores y para desagraviar al corazón inmaculado de María. Tres días antes de morir le dijo a la enfermera Jacinta, la Santísima Virgen se me ha aparecido y me asegura que pronto vendrá a buscarme. Desde ese momento me ha quitado los dolores. El 20 de febrero de 1920 hacia las 6 de la tarde pidió los últimos sacramentos y falleció.
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