San Ramón Nonato, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
Ramón Nonato tiene una historia muy especial, sus padres no podían tener hijos y su mamá iba a una ermita cercana dedicada a San Nicolás de Bari, a pedirle a Dios frente a la imagen de la Virgen y el Niño Jesús que le dieran un hijo; poco tiempo después salió embarazada.
Faltando poco por nacer, en Porte, Cataluña, España el 2 de febrero de 1200 fue a la ermita a rezar como siempre y de regreso a su casase desmayó y falleció.
El Vizconde de Cardona, llamado Ramón Folch estaba de cacería y al ver a la mujer embarazada tendida en el suelo sin vida, se inclinó sobre el cuerpo y como por inspiración divina saco su daga, rasgo el vientre de la mujer y sacó al niño que estaba vivo, está se convirtió en una de las cesáreas antiguas más celebres que tenemos.
Fue bautizado con el nombre de Ramón, que era el nombre del vizconde de Cardona, en agradecimiento por su intervención y el propio vizconde lo asumió como ahijado. Lo llamaban Nonatus, (no nacido), porque su madre murió en el parto antes de que el niño viera la luz.
Su padre, mientras fue creciendo lo envió a Barcelona a estudiar y hacer amistad con personas de alta sociedad, y aunque Ramón se dedicó a estudiar bastante, se rodeaba de personas necesitadas; cuando su padre se enteró, lo hizo regresar y lo puso al cuidado de las ovejas.
Un día mientras cuidaba el rebaño, habló con la virgen María y le dijo: «Madre, tú sabes que yo no he podido conocer a mi madre, pero te conozco a ti y te amo, ¿no querrás ser tú quien supla a mi madre en la tierra?. La Virgen María le respondió: «Sí sí, hijo mío, con gusto acepto ser tu madre».
Ramón escuchó que en Barcelona había un joven llamado Pedro Nolasco que intentaba fundar una orden para la salvación de los prisioneros que habían caído en manos de los sarracenos y llevados a las mazmorras de África, y los había puesto bajo la protección de la Virgen de las Mercedes. Con sus 20 años Ramón partió hacía Barcelona para ponerse a sus servicios y someterse a su dirección espiritual, allí profundizó aún más en su amor a la virgen, realizaba obras de caridad por las calles de Barcelona, en casas particulares y con los enfermos del hospital de Santa Eulalia.
Ramón se ganó el respeto de todos por su caridad inquebrantable, llevaba el evangelio de pueblo en pueblo y quién lo conocía deseaba seguir sus huellas. Fue elegido por los mercedarios para el rescate de los cautivos y ese fue el momento clave donde se mostró como un héroe al intercambiarse por un cautivo y así llegó a las prisiones de Argel en 1236.
Compartiendo el sufrimiento la prisión y el maltrato que padecían los cautivos, Ramón los consolaba y les daba ánimos, les hablaba de ese Dios que nunca nos olvida, su prédica y aliento llamaba la atención de los cristianos cautivos pero también de sus captores, los cuales comenzaron a interesarse por su predicación y hasta convertirse y bautizarse. Por eso, los jefes principales enfurecieron y le pusieron un candado en la boca para que dejara de hablar, solo se lo sacaban para que pudiera comer y a pesar de eso seguía predicando.
Tres años después fue elegido cardenal de la Iglesia por el Papa Benedicto XII, fue el primer cardenal de la orden de los mercedarios, lamentablemente Ramón falleció antes de ser oficialmente revestido como Cardenal. Amigos, Ramón nació por gracia de Dios y murió sirviendo a Dios porque siempre supo que con Dios ¡siempre ganamos!