San Pedro Fabro, cofundador de los Jesuitas, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

Por María García de Fleury

Cada 2 de agosto se celebra a San Pedro Fabro, quien nació el trece de abril en Saboya, España; convenció a sus padres para dejar de ser pastor de ovejas y dedicarse a estudiar, estudió y entró en la Universidad de París, allí se alojó en el Colegio de Santa Barbara, donde le asignaron como compañero de habitación a quien sería luego San Francisco Javier. Ambos eran jóvenes muy estudiosos y al poco tiempo le agregaron un estudiante más, un poco mayor que ellos llamado Ignacio de Loyola.

Pedro ayudaba a Ignacio en materia académica mientras que Ignacio guío a Pedro en materia espiritual, al punto que Pedro entendió que hacerse sacerdote era lo que le daba sentido a su vida. Ignacio le predicó los ejercicios espirituales de 30 días antes de que se ordenará sacerdote el 30 de mayo de 1534. Juntos constataban la influencia negativa de Martín Lutero.

Para ese tiempo, Ignacio había reunido a otros seis jóvenes, entre ellos a Francisco Javier, que estaban dispuestos a seguir a Cristo en pobreza y castidad e ir a Jerusalén a trabajar por la conversión de los turcos. El 15 de de agosto en 1534, fiesta de la Asunción de Nuestra Señora, Ignacio y sus seis compañeros se reunieron en la cripta de la capilla de San Dionisio en Montmartre y el padre Fabro, como era el único sacerdote del grupo, le celebró la misa. Ese día pronunciaron sus votos dando origen a lo que sería la Compañía de Jesús.

Quisieron ir a Tierra Santa pero no lo lograron y regresaron a Roma para ofrecer sus servicios al Papa. El Papa designó al Padre Fabro a la Universidad de la Sapiencia de Roma, donde fue profesor de teología y sagrada escritura. Luego, el padre Fabro fue enviado a una Alemania dividida para participar en La Dieta de Worms en 1540 y luego fue llamado a La Dieta de Ratisbona en 1541.

El padre Fabro dejó escritas cartas hablando de la ruina que el protestantismo en Alemania y por el estado de decadencia del catolicismo, particularmente en el clero. Se necesitaba una reforma completa, en especial en una reforma del clero.

Con gentileza polemizaba, predicaba los ejercicios espirituales y se acercaba a los príncipes, prelados y sacerdotes impresionando a todos por su optimismo ante las adversidades y por la eficacia del apostolado que realizaba incansablemente, horrorizado ante la desolación religiosa que encontraba en tantos lugares.

A petición de San Ignacio fue a España y Portugal dónde pasó dos años predicando, dando catequesis, despertando las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa. El padre Fabro era muy devoto de los Ángeles Custodios y un hombre de incansable actividad; decían que era contemplativo en la acción.

El Papa lo nombró uno de los teólogos papales en el Concilio ecuménico a celebrarse en Trento, pero antes de ir a Trento el padre Fabro, aunque su salud estaba muy deteriorada, se fue a Colonia en Alemania donde el arzobispo estaba atraído por el luteranismo. El padre Fabro trabajó enérgica e intensamente contra los errores que amenazaban la fe y se multiplicó para procurar extirparlos. Algunos lo llaman el apóstol de Colonia.

Agotado físicamente por la polémica contra los adversarios d fe y por un apostolado intenso en diversos países ,a los 40 años se fue muy enfermo a Roma, quería estar cerca de San Ignacio. El 2 de agosto de 1546 este cofundador de los jesuitas falleció entregándole su vida desgastada a Dios, porque él sabía que con Dios ¡siempre ganamos!

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