San Pedro Crisólogo, por María García de Fleury
por: María García de Fleury
Pedro gozó de la amistad del emperador Valentiniano y de la madre de este llamada Plácida, también gozó de la amistad del Papa San León Magno, fue nombrado arzobispo de Rávena, una ciudad donde había un gran número de paganos y trabajó con tanto entusiasmo para convertirlos, que cuándo murió ya eran poquísimos los paganos o no creyentes en ese lugar.
A la gente le agradaban mucho sus sermones y por eso le pusieron el sobrenombre de Crisólogo, qué quiere decir «el que habla muy bien». Su modo de hablar era conciso, sencillo y práctico, no predicaba en los meses calurosos del año porque decía, con gran agudeza, «en este tiempo de calor es tan bochornosos, no les predicó porque ustedes se apretujan mucho para escucharme y con estas temperaturas tan altas llegan los ahogos, los trastornos y después echan toda la culpa de ello a mí sermones».
La gente se admiraba de que el las predicaciones bastante breves era capaz de resumir las verdades más importantes de la fe, de él se conservan 176 sermones muy bien, preparados y cuidadosamente redactados.
En su sermón, 19 decía: «Es la debilidad y no la voluntad la que rechaza los remedios saludables, igual que algunos enfermos rehúyen los remedios y el padre, no con fuerza sino con amor, induce al hijo al rigor de la disciplina, sabiendo lo áspera qué es la disciplina para los sentidos inmaduros, pues si la enfermedad corporal es guiada con ruegos a la curación y si el ánimo infantil es conducido a la prudencia con cariño, cuán admirable es que, el apóstol el evangelizador que en todo momento es médico y padre, supliqué para levantar las mentes humanas heridas por las enfermedades carnales para elevarlas hasta los remedios divinos»
Agregaba también: «Los mártires por la muerte nacen, con el fin comienzan, por la matanza viven y brillan en los cielos mientras que en la tierra se consideraban extinguidos».
En el sermón 117 dijo: «El verbo, sabiduría de Dios, se hizo hombre, por eso el apóstol San Pablo dice que dos hombres dieron origen al género humano; Adán y Cristo. Dos hombres semejantes en su cuerpo, pero muy diversos en su obrar, totalmente iguales por el número y orden de sus miembros físicos, pero totalmente distintos por sus respectivo origen. El primer hombre, Adán, fue un ser animado, el segundo hombre Cristo, es un hombre que da espíritu, que da vida.
La acción misteriosa del espíritu fecunda con su luz el seno materno de la fuente virginal, así aquellos a quienes el origen terreno de su raza da luz en condición terrena y miserable, vuelven a nacer en condición celestial y llegan a ser semejantes a su mismo creador.
Pedro Crisólogo recomendaba mucho la comunión frecuente y exhortaba a sus oyentes a convertir la Sagrada Eucaristía en su alimento de todas las semanas; la labor educativa y evangelizadora de Pedro Crisólogo, que ha sido la misma que la Iglesia ha tenido en todas partes del mundo, Enseña que los católicos podemos estar ciertamente orgullosos de nuestra Iglesia, de los misioneros y de sacerdotes como Pedro Crisólogo que han dado la vida para promover la verdadera cultura humana que lleva a Cristo y Cristo es Dios y con Dios ¡siempre ganamos!