San Pedro Claver, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
El 9 de septiembre se celebra la fiesta de San Pedro Claver, misionero jesuita, nació el 26 de junio de 1580 en Cataluña, España y el primer encuentro que tuvo con los jesuitas fue en Barcelona, siendo estudiante universitario.
Entró a los 19 años en la Compañía de Jesús y en 1602 estudió filosofía en la isla de Mallorca en el colegio de Montesión, donde el hermano portero era conocido por su santidad y fue el quien encendió en el joven Pedro un deseo de hacer algo por Dios y le sugirió que pensara en ser misionero en el nuevo mundo. Además, le recomendó “busca a Dios en los hombres y sírveles como imagen suya”.
Todo esto movió mucho a Pedro y se ofreció para ir a las misiones, el provincial jesuita lo envió a Colombia en 1610, allí estudió la teología en Santa Fe de Bogotá, y luego lo llevaron a Cartagena donde fue ordenado sacerdote el 20 de marzo de 1616. Allí pasó el resto de su vida, sirviendo a los esclavos que llegaban a cada uno de los dos puertos españoles autorizados para recibir esclavos que traían desde África.
Con la ayuda de catequistas multilingües, San Pedro Claver abordaba a todos los barcos de esclavos que ingresaban al puerto, pudo trabajar entre los esclavos ofreciéndoles alivio inmediato con medicinas, galletas, brandy, tabaco, limones, etc.
El padre Pedro Claver decía: “Debemos hablarles con nuestras manos, antes de tratar de hablarles con nuestros labios, siempre que se encontraba con un bebe nacido durante el viaje o un esclavo moribundo, San Pedro Claver se detenía para bautizarlo de inmediato. Limpiaba las heridas de los cuerpos, aplicaba pomadas, vendas y les hablaba de Dios.
Le molestaba la terrible injusticia de la esclavitud institucionalizada, más de un millón de esclavos pasaron por Cartagena, venía en su mayoría de Guinea, del Congo y de Angola. Los jefes de algunas tribus de esas tierras vendían a sus súbditos y sus prisioneros, en América los usaban en todo tipo de trabajo forzado: agricultura, minas, construcción etc.
El Padre Pedro Claver no se limitó a quejarse de las injusticias o a lamentarse, él supo ser santo en aquella situación, y dejarse usar por Jesucristo plenamente para su obra de misericordia.
En Cartagena durante 40 años de intensa labor misionera se convirtió en apóstol de los esclavos negros; supo ser luz y sal y mostrarle a la historia lo que es posible para Dios en un alma que tiene fe.
A pesar de su timidez, la cual tuvo que vencer, se convirtió en un organizador muy ingenioso y valiente, su vida de humildad y penitencia lo condujo a realizar sucesos milagrosos, como cuando curó a los enfermos con el toque de su manto, o apareció rodeado de una luz sobrenatural durante una visita a un hospital.
En los últimos años de su vida San Pedro Claver se enfermó de peste, y estaba demasiado delicado como para salir de su habitación. Cuando fue ungido con el óleo del sacramento de la unción de los enfermos en 1654 los cartageneros para verlo por última vez se agolparon en su habitación como si se tratara de un santuario.
Murió el 8 de septiembre de 1654, luego de haber bautizado y enseñado la fe a más de 300 mil esclavos durante sus 4 décadas en Cartagena de Indias, convencido de que con Dios ¡siempre ganamos!