San Pascual Bailón, Patrono de los Congresos Eucarísticos y las Cofradías del Santísimo
Por María García de Fleury
Pascual nació el 16 de mayo de 1540 el día de Pentecostés pusieron, por eso le pusieron ese nombre, porque la solemnidad de Pentecostés en llama en español Pascua rosada o Pascua de Pentecostés. Casualmente murió el 17 de mayo de 1592 también un día de fiesta de Pentecostés.
Desde los 7 años hasta los 24 trabajó como pastor de oveja, desde el campo donde pastoreaba alcanzaba a ver el campanario de la iglesia del pueblo y de vez en cuando se arrodillaba para adorar al Santísimo Sacramento desde lejos. Pascual quiso ser religioso y se destacó inmediatamente en el Convento Franciscano de Zaragoza en España, tenía una gran inteligencia, una fe inquebrantable, una increíble dedicación a la oración y a la adoración del Santísimo Sacramento.
Apenas sabía leer y escribir pero era capaz de expresarse con gran elocuencia sobre la presencia de Jesús en la eucaristía. En muchas ocasiones sentía tanta alegría cuando oraba, que se ponía a bailar y además con frecuencia lo encontraban bailando frente a la imagen de la Virgen, de ahí el nombre de Bailón.
Pascual estaba siempre alegre y permaneció como hermano laico toda su vida en contra de los consejos de superiores, porque él se sentía indigno del ministerio del sacerdocio, se sentía indigno de tocar a Jesús en la Eucaristía con sus propias manos. También rechazó cualquier tarea importante y llevaba a cabo las tareas más humildes en el convento; fue portero, cocinero, mandadero, barrendero, pero hubo una tarea que no pudo rechazar, esa que le fue confiada en 1576 por el Ministro provincial que era la de llevar los documentos importantes al Padre General que vivía en París. El viaje a París era largo y peligroso, Pascual corrió el riesgo de ser asesinado por los calvinistas, en varias ocasiones fue golpeado, burlado, insultado. En el sitio de Orleans casi lo matan a pedradas por haber tenido una acalorada discusión sobre la Eucaristía con sus oponente.
La Eucaristía estaba tan en el centro de la vida y de la espiritualidad de Pascual, que cuando regresó de París escribió una colección de frases para demostrar la presencia real de Jesús en el pan y el vino y para argumentar sobre el poder divino transmitido al Papa. Este folleto llegaba a Roma en manos del Papa y le valió el apodo de El Serafín de la Eucaristía. Junto a la pobreza material que buscaba y que lo acompañó a lo largo de toda su vida, fue muy rico de los dones del Espíritu Santo, especialmente el don de la sabiduría.
Aunque apenas sabía leer y escribir fueron muchas las personalidades que acudían a él en busca de consejo y entre los franciscanos se le considera como un gran teólogo, así como un punto de referencia para los fieles. Con frecuencia decía nunca hay que negar el pan a nadie, cuando hay generosidad y ganas de compartir siempre se produce el milagro. Probado por las mortificaciones de su cuerpo, Pascual murió en 1592 en el convento de Villarreal después de haber comulgado consciente de que con Dios ¡siempre ganamos!
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