San Onofre, patrono de los que buscan trabajo y casa
Por María García de Fleury
San Onofre nació en la actual Etiopía, era hijo de un príncipe egipcio y se cuenta que siendo niño su padre, ante las dudas, lo arrojó a las llamas para probar si su hijo era legítimo o no, pero Onofre probó su legitimidad saliendo ileso de las llamas.
Esto hizo que su papá se convirtiera a la fe cristiana y se bautizaran tanto él como su hijo. Desde niño Onofre estuvo rodeado de lujos y comodidades y comodidades, pero siendo adolescente salió un día de su palacio y conoció la pobreza, la angustia, la enfermedad del pueblo y esto lo conmovió tanto que abandonó su vida principesca y solicitó ser admitido en un convento de Avage, pero cuando se hizo adulto decidió abandonar el convento para vivir como ermitaño deseando alcanzar la unión con el amor de Dios.
Encontró su sitio ideal en una cueva o ermita entre acantilados cerca de Goreme, en Capadocia en la actual Turquía; ahí vivió 60 años sumido en profundas meditaciones, se alimentaba exclusivamente de dátiles y bebiendo agua, se cuenta que un ángel le llevaba pan diariamente y los domingos le llevaba la Eucaristía. Se dedicó a la oración y después de orar a dar buenos consejos a quienes se los pedían.
Cierto día, Pafnuncio, quien era abad y había sido su discípulo y lo visitaba ocasionalmente, lo descubrió sumamente enfermo, con el cuerpo muy delgado, desfigurado, envuelto en su larga barba y su abundante cabellera de anciano. Pafnuncio le dio la Eucaristía a Onofre y estuvo con él en sus últimas horas hasta que su maestro falleció en la ermita.
Tiempo después, Pafnuncio escribió la biografía de Onofre, relatando cómo fue la vida de ese titán de la Penitencia encarado por los pecados del mundo. Sino lo hubiera encontrado el abad Pafnuncio ya moribundo y no hubiera escrito su vida, es seguro que no conocíamos personaje originalisimo. A nuestra sociedad lo profundo le sabe raro y los compromisos definitivos o las decisiones comprometedoras de por vida no están de moda. Onofre, sin embargo, ofreció un testimonio admirable de profundidad interior capaz de abarcar todos sus paso por la tierra.
San Onofre es un santo muy venerado en la actualidad por los cristianos coptos, el santo patrono de la ciudad de Munich en Alemania; es el patrono del Principado de Mónaco así como de los tejedores y de quienes buscan casa propia y trabajo. San Onofre, como muestra de fe y devoción hacia el patrono del trabajo y de lo imposible.
La vida de San Onofre es un ejemplo de entrega y sacrificio, pidámosle a San Onofre que siga siendo un refugio en el amor de Cristo y bajo su amparo y protección todas las osas pueden ser posibles. Si en la Iglesia no existieran personas como San Onofre, que fue testimonio de amor y entrega a Dios, todo sería aún más relativo de lo que es.
¡Gracias, San Onofre!, por liberarnos de relativismo estériles con tu testimonio de vida enseñándonos que lo más importante es seguir a Dios, gracias por mostrarnos la grandeza de Dios porque tú sí sabías que con Dios ¡siempre ganamos!
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