San Martín de Tours, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

Por: María García de Fleury

Martín nació en Hungría, pero sus padres se fueron a vivir a Italia, era hijo de un veterano del ejército y a los 15 años ingresó en el servicio militar; no estaba bautizado.

Un día de invierno muy frio, se encontró por el camino con un pobre hombre que estaba titiritando del frio y a medio vestir; Martín, como no llevaba nada más que regalarle, sacó la espada y dividió en dos partes su manto, le dio la mitad al pobre y se quedó con la otra. Esa noche, vio en sueños que Jesucristo se le presentaba vestido con el medio manto que él le había regalado al pobre y oyó que le decía “Martín, hoy me cubriste con tu manto”.

El medio manto de San Martín, el que cortó con la espada para dárselo al pobre, fue guardado en una urna y se le construyó un pequeño santuario para guardar esa reliquia. Como en latín para decir medio manto se dice capilla, la gente decía “vamos a orar donde está la capilla”, y de ahí viene el nombre de capilla que se le da a los pequeños salones que se hacen para orar.

Después de esta visión Martín se hizo bautizar y se presentó a su general y le dijo: “Hasta ahora te he servido como soldado, déjame de ahora en adelante servir a Jesucristo propagando su santa religión, yo me voy a luchar en el ejercito de Jesucristo y mis premios serán espirituales”.

Se fue a Poitiers donde era obispo San Hilario, quien se dedicó a instruirlo, allí fundó el primer convento o monasterio que hubo en Francia, en esa soledad estuvo diez años dedicado a orar, a hacer sacrificio y a estudiar las sagradas escrituras. Cuando le preguntaban que profesiones había ejercido respondía “fui soldado por obligación y por deber, y monje por inclinación y para salvar mi alma”.

Fue elegido obispo de la ciudad de Tours donde fundó otro convento y pronto ya tenía 80 monjes. Los milagros, la predicación y la piedad de este nuevo obispo hicieron desaparecer el paganismo de esa región y las conversiones al cristianismo eran todos los días, a los primeros que convirtió fue a su madre y a sus hermanos que eran paganos también.

Decía “con la espada puedo vencer a los enemigos materiales, con la cruz estoy derrotando a los enemigos espirituales”.

Recorrió todo el territorio de su diócesis dejando en cada pueblo un sacerdote, fue fundador de las parroquias rurales en Francia, siempre estaba de buen humor, alegre, amable, era bondadoso con todos.

Un día en un banquete San Martín tuvo que ofrecer una copa de vino y la pasó primero a un sacerdote y después al emperador que estaba a su lado, y explicó por qué: “Les voy a decir, el emperador tiene potestad sobre lo material, pero al sacerdote Dios le concedió la potestad sobre lo espiritual”, al emperador le encantó esa explicación.

En los 27 años que fue obispo se ganó el cariño de todo su pueblo y su caridad era inagotable con los necesitados, hubo quienes lo criticaba, pero él les decía: “Si Cristo soportó a Judas porque yo no voy a soportar a este que me traiciona”.

Con varios empleados oficiales tuvo fuertes discusiones, porque en ese tiempo se acostumbraba a torturar a los prisioneros para que declararan sus delitos, pero Martín se oponía fuertemente a las torturas y por eso se ganó la enemistad de altos funcionarios del gobierno; San Martín de Tours creyó en la dignidad y en el respeto de cada ser humano, siempre vivió muy cercano a Dios porque él sabía que con Dios ¡siempre ganamos!