San Luis Maria Grignon de Monfort, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

Por: María García de Fleury

Luis María De Montfort nació en Monforte, Francia que 1673, fue un gran  devoto de la santísima virgen, tanto así que antes de ir al colegio por las mañanas y al salir de clase por la tarde iba a arrodillarse ante la imagen de Nuestra Señora y ahí se quedaba como extasiado. Además de rezar, practicaba la caridad, buscando que otros siempre tuvieran lo necesario.

Cuando su padre estallaba en arrebato de cólera, violencia y mal humor, Luis María se refugiaba en sitios solitarios y allí le rezaba a la Virgen, esto lo hizo durante toda su vida, sobretodo cuando se sentía incomprendido, perseguido, cuando lo insultaban y lo despreciaban siempre encontraba la paz orando a la reina celestial, confiando en su auxilio poderoso y desahogado en su corazón de madre los dolores y angustia que invadían su corazón de hijo.

Con grandes sacrificios logró ir a estudiar al famoso seminario de San Sulpicio, en París Francia, allí sobresalió como seminarista totalmente Mariano, sentía una felicidad inmensa en mantener siempre adornado de flores el altar de la Santísima Virgen, pasaba horas frente al Santísimo y a la Virgen conversando con sus dos grandes amigos Jesús y María, y con ellos las horas le parecían minutos.

Durante muchos años la Catedral de Nuestra Señora de París fue su templo preferido y su refugio, Monfort se dedicaba a la predicación para acercar almas a Dios y convertir pecadores y se dio cuenta que el canto echaba fuera muchos malos humores y encendía el fervor de la gente; decía que una misión sin canciones era como un cuerpo sin alma.

Él mismo componía la letra de muchas canciones y hacía cantar a las multitudes, era todo fuego para predicar, donde Monfort llegaba el pecado tenía que salir corriendo, pero no era él quien conseguía las conversiones, era la Virgen María a quién él invocaba constantemente; ella rogaba a Jesús y Jesús cambiaba los corazones, consigo llevaba siempre el crucifijo y la imagen de la virgen. Jesús y María eran sus grandes defensores

A pie y de limosnas se fue hasta Roma pidiendo a Dios la eficacia de la palabra, y la obtuvo de tal manera, que al oír sus sermones se convertían hasta los pecadores más endurecidos. El papá Clemente XI lo recibió y le concedió el título de misionero apostólico con permiso para predicar por todas partes. En cada pueblo, en cada vereda donde predicaba, dejaba una cruz construida en un sitio que fuera visible para los caminantes, dejaba en todos un gran amor por los sacramentos y por el rezo del Santo Rosario, por eso los jansenitas, que decían que no había que recibir casi nunca lo sacramentos porque nosotros no somos dignos de recibirlos, lo perseguían pero Luis María sabía que alejarse de los sacramentos era muy dañino porque enfriaba mucho la fe y la devoción.

Su obra más conocida en es El Tratado de la verdadera devoción a la Virgen María, dónde escribe todo lo que a lo largo de los años predicó en las misiones a un público muy amplio, es una enseñanza práctica que busca descubrir la función de la Virgen María en el plan divino de la salvación, en la vida bautismal y apostólica del cristiano, su amor  y su devoción a la Virgen María, la Madre de Dios lo llevo a convencerse de que con Dios ¡siempre ganamos!

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