San Luis Gonzaga, por María García de Fleury
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Dios llama a las personas a seguirlo, el problema está en escuchar su voz. El caso del día de hoy en 1568 en Ferrante, Italia, en la casa del Marqués de Castiglioni y Príncipe de Sacro Imperio Romano, nació Luis, quien por ser el primogénito familia estaba llamado a convertirse en el heredero del Marqués.
Luis como niño vivió con todos los privilegios de la vida de un noble, con una excelente educación y relacionado con todo lo poderoso de la época, su mamá que era una mujer de gran fe crisitiana, le inculcó un amor profundo a Dios y al mismo tiempo no se ocupaba de prepararse militarmente, visitar los cuarteles, asistir a las fiestas donde proliferaba la corrupción, el fraude, el vicio, crimen y lujuria.
Su formación básica fue tan buena que a los doce años el obispo San Carlos Monrome quedó impresionado por su sabiduría e inocencia y le dio a la primera comunión.
Luis desde los 11 años ya habia hecho una promesa de castidad a Dios y vivía con gran con gran rigor su cristianismo, haciendo constantes actos de piedad, ayuno, oración, de manera de poder vivir como autentico crisitiano su responsabilidades en la corte.
Cumpliendo con sus asuntos sociales y representando a su papá tuvo que ir a España y estando en Madrid visitó la iglesia de los jesuitas allí oyó una voz que le decía » Luis ingresen a la compañía de Jesús» cuando se lo comentó a su papá este enfureció, pero su madre tomó una gran alegría, frente a los proyectos queLuis le estaba diciendo de hacerse sacerdote, sin embargo, Luis tuvo que cumplir con varios viajes más y ocupar tiempos importantes; en ese tiempo su papá tuvo que ceder y aceptó que se fuera al seminario.
En 1585 Luis presentó su renuncia al Marquesado y el 25 de noviembre de ese mismo año ingresó en el noviciado de San Andrés de los Curinales.
El Marqués le escribió al superior general de los jesuitas diciéndole» le envio a lo que más amo en el mundo, un hijo en el cual toda la familia tiene apuestas sus esperanzas».
En 1591 en Roma se desató la peste, los hospitales estaban llenos porque grandes muchedumbres dadas las cosechas y el hambre, se habían ido del campo a la ciudad y muy pronto los hospitales estuvieron llenos, la ciudad no estaba preparada para esa demanda, había demasiada pobreza falta de higiene. Los jesuitas colaboraron con las autoridades en la atención a los enfermos.
Luis contrajo la enfermedad que lo sostuvo durante tres meses en una lenta agonía y después de vivir una vida de entrega, al sacrificio por amor a Dios, una vida de piedad, de entrega a los más necesitados, mirando al crucifijo y con el nombre de Jesús en sus labios, falleció el 21 de junio de 1591 a los 23 años, enseñandole al mundo que la santidad se puede lograr vivir en cualquier medio social, a cualquier edad, y que lo más importante es ser fiel a Dios, porque con Dios siempre ganamos.