San Longinos, por María García de Fleury - 800Noticias
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María García de Fleury

Los tres evangelistas Mateo, Marcos y Lucas señalan que después de que Jesucristo exhaló su último suspiro en la cruz, se produjeron una serie de fenómenos naturales que causaron un profundo impacto en el soldado que custodiaba la crucifixión. Y dice así, «el centurión por su parte y los que con él estaban custodiando a Jesús, al ver el terremoto y las cosas que ocurrían, tuvieron mucho miedo y decían, verdaderamente, que este era el hijo de Dios».

San Juan en su evangelio recoge el episodio de la lanzada en el costado una vez fallecido Jesucristo. San Marcos añade la verificación del cadáver por parte del centurión y dijo, más al llegar a Jesús y verlo muerto, no le quebraron las piernas, pero uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza. Seguidamente salió sangre y agua. Este detalle es muy importante.

Los soldados enviados por Sanedrín al Gólgota, después de que los tres crucificados expiraran, debían hacerlo bajar de la cruz antes del Shabbat, el día de fiesta hebreo. La forma más habitual utilizada por los romanos para que los cadáveres se desprendieran de la cruz era quebrándoles las piernas. Los sacerdotes de Sanedrín, Caifás y Anás sabían que al quebrarles los huesos serviría para acabar con el rango de Mesías de Jesús de Nazaret, porque según la profecía de Isaías, al verdadero Mesías no le serían quebrados los huesos. El que los soldados no le quebraran las piernas a Jesús, sino que al verlo muerto le clavaran la lanza, mantuvo lo que sus opositores temían que era la verdad de la profecía, no le quebrarán sus huesos.

Longino, el centurión que por órdenes de Pilato estuvo con otros soldados al pie de la cruz de Nuestro Señor y el que traspasó su costado con una lanza, al ver las portentosas convulsiones de la naturaleza que se produjeron a la muerte de Cristo, pronunció esa famosa frase que lo hizo el primer convertido a la fe cristiana, «verdaderamente este era el Hijo de Dios». También se dice que se estaba quedando ciego y al dar la lanzada una gota del Salvador cayó sobre sus ojos y lo dejó sano al instante. Este soldado romano parece que se llamaba Cayocasio y al ver lo sucedido abandonó la carrera de soldado y después de haber sido instruido por los apóstoles llevó una vida monástica en Cesarea, Capadocia, donde ganó muchas almas para Cristo por medio de la palabra y el ejemplo y luego murió mártir.

Se llama Longinos por la lanza que usó para atravesar el costado de Jesucristo. Cuando Longinos atravesó el cuerpo del Mesías cristiano brotó sangre y agua. La sangre es el símbolo de la expiación de los pecados mientras que el agua simboliza la purificación de los mismos. Longinos también representa un caso original en el proceso de conversiones. Él fue el primer convertido a la fe cristiana por Jesucristo entre su muerte y su resurrección.

El simbolismo purificador del agua bautismal cobra más relevancia en Longinos porque su bautismo simbólico tuvo lugar con agua sagrada emanada directamente de la divinidad. La llaga que hizo en el corazón del Salvador fue para Longinos la puerta de la salvación y la sangre que de ella brotó el baño sagrado que lavó todos sus pecados. De ahí en adelante Longinos dio testimonio del Salvador en su resurrección y murió mártir porque supo que Cristo era Dios y con ¡Dios siempre ganamos!

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