San Juan Damasceno y la Virgen de las tres manos - 800Noticias
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Religión

María García de Fleury

Nació de familia acomodada: su abuelo había sido funcionario al servicio del Imperio Romano de Oriente, y tras la conquista musulmana de Siria pasó a servir a los nuevos dominadores; el padre de Juan siguió la tradición familiar al servicio de los Omeyas, como él mismo también. Sin embargo renunció a esa vida, repartió sus posesiones entre los pobres y entró en el monasterio de San Sabas, cerca de Jerusalén, donde pasó la mayor parte de su vida. Se dedicó al estudio y a escribir. Pretendió exponer sistemáticamente todo el dogma cristiano y no abordar unos pocos temas como hicieran sus antecesores. Por eso su pensamiento y su obra se convirtieron en las expresiones más perfectas del espíritu escolástico. Cuando el emperador de Constantinopla prohibió el culto a las imágenes haciéndose eco de los iconoclastas que acusaban a los cristianos occidentales y orientales -fundamentalmente los monjes- de adorar imágenes, San Juan Damasceno defendió la práctica de la veneración, no adoración, de las imágenes religiosas contra los iconoclastas:

Lo que es un libro para los que saben leer, es una imagen para los que no leen. Lo que se enseña con palabras al oído, lo enseña una imagen a los ojos. Las imágenes son el catecismo de los que no leen.

Refiere la leyenda que en medio de la querella de los iconoclastas perdió una mano, y la Virgen se la restituyó. El icono de la Trijerusa (que tiene tres manos) es sumamente popular y venerado en la Iglesia Oriental.

Fue llamado «Orador de Oro» por su elocuencia y es considerado un gran profeta de la Iglesia del Este.