San Juan Damasceno
Por María García de Fleury
En la ciudad Siria de Damasco, dominada por los musulmanes al rededor del año 680 nació Juan Manzur. Fue bautizado y tuvo una educación privilegiada, primero con un tutor y luego con un monje llamado Cosme, quién le dio clases de gramática, lógica, aritmética, geometría y teología.
Asumió el cargo de responsable económico del califato en la corte, llevaba libremente una vida cristiana y se hizo notable por sus virtudes, especialmente por su humildad. Pero nada lo llenaba y decidió repartir todos sus bienes entre los pobres y entrar en el monasterio de San Sabas, cerca de Jerusalén.
Sus homilías eran tan buenos que eran copiadas y pasadas de mano en mano como un tesoro muy rico y se difundieron por todo el Oriente. Lo llamaban Juan el de Damasco y por eso terminaron llamándolo Juan Damasceno. Vivió siempre bajo gobiernos de califas mahometanos. Con gran libertad combatió al emperador de Constantinopla, Leonel Isáurico porque él había prohibido el culto a las imágenes considerando que los católicos adoraban a las imágenes y por eso Leonel Isáurico se dedicaba a destruir las imágenes y a perseguir a los que las veneraban.
Juan Damasceno decía firmemente «lo que es un libro para los que saben leer, son las imágenes para los analfabetos. Lo que la palabra logra por el oído lo logra la imagen por la vista» y añadía «yo no venero la materia sino el creador de la materia, no es materia el madero de la cruz tres veces bendita. No es materia la tinta y el libro santísimo de los evangelios, no es materia el altar salvífico que nos proporciona el pan de vida. Y antes que nada no son materia la carne y la sangre de mi Señor, el mismo Dios se hizo visible encarnandose».
Juan Damasceno frente a todo esto repetía siempre «le temo más a Dios que a los poderes de este mundo*.
En su doctrina mariana, Juan Damasceno trató los temas comunes que la fe cristiana proclama sobre la madre de Dios, pero sobresalen sus escritos sobre la Asunción de Marí, incluso el Papa Pío 12 lo citó en la bula papal diciendo que Juan Damasceno es un testigo de la tradición que defiende el dogma Mariano de la Asunción de la Virgen al cielo.
Para el toda la concepción y el nacimiento de María han estado tocados por la gracia, exentos de todo pecado. Ella es el nuevo cielo que Dios se ha creado para nacer, aquel que creó el sol, en el primer cielo nacería de este segundo cielo que es la Virgen María como el sol de la justicia. Agregaba que unos 14 años después de la muerte de Jesús, después de dedicar su tiempo en enseñar la religión de Salvador a pequeños y grandes, cuando había consolado a tantas personas tristes y había ayudado a tantos enfermos y moribundos le hizo saber a los apóstoles que ya se aproximaba la fecha de partir de este mundo para la eternidad.
Juan Damasceno dijo que la madre de Dios no murió de enfermedad, porque ella por no tener pecado original no tenía que recibir el castigo de la enfermedad. Ella tampoco murió de ancianidad porque no tenía porque envejecer ya que ella no le llegaba el castigo del pecado de los primeros padres: envejecer y acabarse por debilidad. Ella murió fue de amor, era tanto el deseo de irse al cielo donde estaba su hijo que este amor la hizo morir, quería encontrarse con Dios y con su hijo Jesús porque ella sabía que con Dios siempre ganamos.