San Juan Crisóstomo, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

Por: María García de Fleury

San Juan Crisóstomo nació en Antioquía alrededor del año 347, recibió una excelente educación en griego, estudió las obras religiosas y las sagradas escrituras, recibió el bautismo después de 3 años de estudio y se fue hacia el desierto para vivir una vida ascética como ermitaño. Allí entre tantos ayunos y mortificaciones su salud se volvió muy frágil y tuvo que regresar a Antioquía, después de dos años de recuperación comenzó a estudiar para el sacerdocio.

Rápidamente pasó de lector a diacono y en el años 386 fue ordenado sacerdote en la iglesia de Antioquía donde ganó gran fama por su forma de predicar.

Juan Crisóstomo decía: «Si el Señor te diera poder para resucitar a los muertos, te estaría dando mucho menos de lo que te da cuando permite que tengas sufrimientos, porque haciendo milagros tú te harías deudor de él, mientras que por medio del sufrimiento es Dios quien puede devolverse deudor contigo y aunque los sufrimientos no tuvieran otra recompensa que la de poder soportar algo por ese Dios que te ama, ¿no es esta una gran recompensa?, quien ama entiende lo que digo. «.

En otro momento, Juan Crisóstomo agregaba: «Mejoren sus vidas verdaderamente, no como cuando durante uno de los numerosos terremotos, o en el hambre o en la sequía ustedes dejan de pecar por tres o cuatro días y luego comienzan la misma vida que llevaban antes».

Predicaba a través de muchos libros de la Biblia, decía «me gustan todos los santos, pero San Pablo sobre todo porque parece ser la trompeta del cielo». En sus sermones denunció el aborto, la prostitución, la glotonería, las palabrotas y el amor por las carreras de caballo.

Su gran cabeza, sus ojos hundidos y sus mejillas hundidas le recordaba a la gente al profeta Isaías. Aunque sus sermones eran muy concurridos a veces se desanimaba y decía «mi trabajo es como el de un hombre que está tratando de limpiar un pedazo de tierra en el que fluye constantemente una corriente fangosa».

Como patriarca de Constantinopla predicaba con su ejemplo y valentía frente a la corrupción y la decadencia del poder imperial. Decía: «Es una tontería y una locura pública llenar los armarios con ropa y permitir que hombres, creados a imagen y semejanza de Dios estén desnudos y temblando de frío, de modo que apenas puedan sostenerse verticalmente.

Ese tipo de predicación le produjo gran cantidad de problemas, lo condenaron por cargos falsos y fue exiliado a Armenia, donde continuaba escribiendo cartas. Entonces de Armenia lo exiliaron a un lugar aislado a lo largo del Mar Negro, pero murió durante el viaje en el año 407 porque su mala salud no pudo soportar lo difícil del viaje.

Decía por ejemplo «Cuando estén en el altar donde reposa Cristo, ya no deben pensar que están entre  los hombres, pero crean que hay tropas de ángeles y arcángeles a su lado y temblando de respeto ante el soberano amo del cielo y de la tierra, por lo tanto cuando estén en la iglesia manténganse en silencio, temor y veneración»

Amigos, San Juan Crisóstomo el gran predicador de Antioquia estaba consciente de la necesidad de vivir muy cerca de Dios, porque sabía que con Dios ¡siempre ganamos!