San Juan Capistrano, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

Por: María García de Fleury

Juan nació en Capistrano, pueblo del reino de Nápoles en Italia, en el año 1386, estudio derecho civil y eclesiástico y se graduó como excelente jurista, fue juez y gobernador de la ciudad.

Cuando Prusia fue atacada y ocupada por los Malatesta, Juan perdió su alto cargo y su libertad. Se había casado antes de caer preso, sin embargo, nunca pudo consumar el matrimonio. En la cárcel medito sobre la vanidad de los honores mundanos y cuando salió de prisión transformado interiormente, obtuvo la anulación del matrimonio, pidió ingresar en el convento de los Franciscanos de Asís y ya como parte de los frailes menores se ordenó sacerdote.

Hacia el año 1416, Fray Juan de Capistrano se entregó en cuerpo y alma a la reforma espiritual del pueblo cristiano por medio de la predicación popular, seguía las huellas y las enseñanzas de otro Franciscano, el gran San Bernardino de Siena y llevaba su mismo gorro, invocándolo hacia maravillosas curaciones.

Iba de pueblo en pueblo, acompañado de 40 caballeros reuniendo a las multitudes en las plazas, pues no cabían en los templos. Sus predicas eran tan convincentes que sus oyentes pedían confesarse y cambiar de vida, y hasta lanzaban en las hogueras los objetos de sus pecados, tales como dados, naipes, cartas, cosméticos, entre otras cosas.

Su característica principal era despertar vocaciones religiosas entre la juventud. Los papas lo tuvieron como consejero y le confiaron una serie de misiones diplomáticas. En Hungría y en los Balcanes fue organizador de la cruzada contra los turcos y en 1456 cuando los musulmanes atacaban a Belgrado con una gran superioridad de las fuerzas enemigas y los cristianos pensaban retirarse, intervino Juan de Capistrano convenciendo al jefe del ejercito húngaro a que atacara la flota turca a pesar de ser mucho más numerosa.

Juan nunca uso armas de este mundo sino la oración, la penitencia y la predicación, las victorias más significativas, las obtuvo Fray Juan de Capistrano en la defensa del genuino Espíritu Franciscano, en la defensa de la verdad contra la herejía y fue una gran reformador de los pueblos cristianos defendiendo la paz civil y religiosa en los puntos más neurálgicos de Europa. Trabajo incansablemente por el mantenimiento de la unidad católica europea en el siglo XV, convencido de que con Dios, ¡siempre ganamos!