San José de Cupertino, el santo que volaba, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
En Italia, en una pequeña aldea llamada Cupertino nació en 1603 el 17 de junio, Giussepe Desa, a quien conocemos como San José de Cupertino. Nació en medio de extrema pobreza, sus padres ni siquiera tenían casa cuando José nació, su padre murió dejando a José y a su madre en la miseria más absoluta, físicamente era débil, frágil, era distraído que incluso ni siquiera recordaba que tenía que comer.
Los franciscanos le dieron lo necesario para que empezará a prepararse y así pudiera ser sacerdote, sin embargo, José no sabía ni podía hablar con fluidez, cuando presentaba exámenes, de todas las frases que hay en el Evangelio José solamente podía decir sin error aquella que dice: «bendito es el fruto de tu vientre, Jesús».
En uno de los exámenes finales José estaba realmente asustado y entonces uno de los jefes examinadores, dijo que abriría el Evangelio y que debía explicar la primera frase que saliera de él. Por coincidencia o quizás por designio divino la frase que le salió primero fue justamente la que él conocía. Cuando llegó el día del examen para ser ordenado, pasaron diez frailes antes de José, y el obispo que lo examinaba noto que había mucho potencial en ellos pues respondían de manera extraordinaria todo lo que él preguntaba. Entonces dijo que ya no iba a seguir examinando al resto porque no tenía caso al ver que todos estaban tan bien preparados, por eso a José no le tocó presentar examen y de ahí que sea conocido como el santo patrón de los estudiantes con dificultades para ayudarlos a pasar sus exámenes.
El 18 de marzo de 1628 fue ordenado sacerdote, como José sabía y entendía que no poseía habilidades especiales para predicar ni para enseñar, suplía sus deficiencias mediante la penitencia y las oraciones que hacía por los pecadores. Jamás comía carne, tampoco probó el alcohol, pasaba días ayudando a pan y agua y ponía gran esfuerzo en los trabajos manuales que hacía dentro del convento pues decía que para eso si tenía habilidad.
Quedaba en estasis con mucha frecuencia durante la Santa Misa o cuando rezaba los salmos, durante los 17 años que estuvo en el convento de grosella, sus compañeros de comunidad lo observaron con frecuencia elevado del piso rezando.
El más famoso ejemplo sucedió cuando 10 obreros deseaban llevar una pesada cruz a una montaña muy alta y no lo lograban, entonces Fray José se elevó por los aires por la cruz y la llevó hasta la cima del monte. José Cupertino sabía leer los corazones, podía estar en dos partes al mismo tiempo, sanaba enfermos y era capaz de tocar los corazones para convertirlos. Decía «si quieren algo, tengan confianza en Dios, acudan a la virgen María y no desconfíen de ella pues ella será quien los ayude en todos los apuros»
Agregaba: «Reza, no te canses nunca de rezar, Dios no es sordo y el cielo no es de bronce, todo el que pide recibirá. Y le decía a los sacerdotes: «siervos de Dios den ejemplo, prediquen con acciones más que con las palabras, las acciones penetran en el corazón, las palabras se resbalan y se esfuman».
Todos los hechos que se observaron en la vida de José de Cupertino no tienen explicación humana, solo podemos pensar que de forma especial Dios intervino en ellos, porque con Dios ¡siempre ganamos!
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