San Josafat, primer santo de la Iglesia Oriental, por María García de Fleury
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Juan Kuncewycz a quien conocemos como San Josafat, nació en 1580 en Volinia una región del oeste de lo que es hoy Ucrania, su padre eran católico que pertenecía a la nobleza y a la iglesia ortodoxa. Juan estudió en la iglesia de su pueblo y después trabajó como aprendiz en una tienda en la ciudad de Vilna.
Empleaba sus tiempos libres aprendiendo el idioma eslavo eclesiástico, para poder comprender mejor los divinos oficios religiosos y recitar diariamente el oficio bizantino. Le tocó vivir en los tiempos en que la iglesia ortodoxa tradicional y la iglesia Greco-católica bielorrusa de rito griego se encontraban en una pugna constante.
Josafat se integró al catolicismo y fue admitido en la orden de San Basilio junto con el monje José Benjamín Rutsky, que era un hombre muy culto y se había convertido del calvinismo al catolicismo. Josafat empezó a trazar planes par promover la unión y reformar la observancia en los monasterios de todo el lugar, desde entonces se llamó Josafat, recibió el diaconado y después recibió la orden sacerdotal en el rito bizantino.
Pronto adquirió fama por sus sermones sobre la unión con Roma. Su vida personal era muy austera, hacía muchísimas penitencias y mortificaciones bien severas que en más de una ocasión le criticaron los mismos monjes.
Se destacó por su especial atención a los más necesitados a lo largo de toda su vida. Josafat este monje lituano- polaco fue nombrado abad del monasterio de la Santísima Trinidad y bajo su gobierno el monasterio aumentó el número de monjes, ello movió a sus superiores a retirarle del estudio de los padres orientales para que fundara otros monasterios en Polonia en 1617. El padre Josafat fue consagrado como obispo y luego lo nombraron arzobispo de lo que hoy es Bielorrusia.
Eran tiempos turbulentos el cisma siguió una herida abierta en el corazón de la cristiandad habían muchos templos en ruinas, la vida monástica estaba en decadencia, se acrecentaba la crisis del clero secular católico debido a la presencia de sacerdotes casados. Como obispo Josafat pidió ayuda a alguno de sus hermanos de la ciudad de Vilna y emprendió la tarea que tenía que hacer: público e impuso un texto de catecismo, redactó una serie de ordenaciones sobre la conducta del clero, a todo eso añadió el ejemplo de su vida, sus celos en la instrucción la predicación, la administración de los sacramentos, y la visita a los pobres, enfermos, prisioneros, y a las aldeas más remotas.
Lo conocían como el ladrón de almas, porque tenía un gran don de consejo y hacía que las almas regresarán a Dios. A este mártir de la fe se le celebra el 12 de noviembre. Josafat es considerado el patrono de la vuelta a la unidad entre cristianos-ortodoxos y católicos divididos por un cisma histórico que reclama la reconciliación definitiva.
Fue el primer santo de la iglesia de Oriente, El Papa pío XI lo declaró patrono entre la reunión de ortodoxo y católico en el tercer centenario de su martirio porque Josafat siempre buscó la unidad querida por Dios.