San Francisco de Asís, hombre artesano de la reconciliación, por María García de Fleury
María García de Fleury
San Francisco de Asís nació en Italia y falleció en 1226 de apenas 44 años de edad. Era hijo del comerciante Pedro Bernardote. Pertenecía a una noble familia de la Provenza. Renunció a los bienes paternos y se entregó de lleno a Dios. Abrazó la pobreza y vivió una vida llena del Evangelio, predicando a todos el amor de Dios.
Es conocido también como el pobre de Asís porque abandonó su mundo lleno de riquezas y lujos y se casó, como él decía, con la dama pobreza y con su amor por toda la naturaleza, las plantas, los animales.
A San Francisco de Asís lo podemos considerar como un artesano de la reconciliación, alguien llamado por Dios para reconstruir su iglesia. Esta reconstrucción comienza con el corazón humano, en el que Dios quiso fundar su iglesia y en las comunidades en las que estamos insertos.
Con las personas que comparten nuestra vida, que tienen un rostro, una voz concreta. Amigos, en el mundo en que vivimos de profunda división y conflicto a nivel nacional, regional y global, el mensaje de San Francisco de Asís pidiendo la paz es un mensaje muy actual.
Necesitamos aplicar el mensaje de Cristo de que es necesario que cada uno de nosotros se involucre con el crecimiento del reino de Dios, pero es necesario que no olvidemos, el método enseñado por Cristo, de la mansedumbre, la paciencia, la humildad, del pequeño grano de mostaza que no crece con ritmo de triunfalismos mundanos.
Realmente hay mucho que hacer en muchas áreas de nuestra cultura, pero en todo esto la actitud tiene que ser la de la sencillez, la conciencia de la propia pequeñez y sobre todo la del respeto a los demás por distintas que sean sus visiones del mundo y de las cosas.
Francisco fundó la Orden de los Franciscanos de acuerdo con los requisitos de la Iglesia y le pedía a los frailes obedecer a los obispos. Fiel a la Iglesia y al Papa, Francisco fue a visitar al Papa Inocencio III y lo conmovió con su pobreza y su humildad.
El Papa, iluminado por el Espíritu Santo, lo animó a continuar con su misión, a construir la Iglesia desde el punto de vista de la sencillez, a volver a los valores centrales del Evangelio, En ese momento, ante el Acorde Papal, esos pobres franciscanos no eran nadie. Sin embargo, Inocencio III vio en Francisco y sus hermanos una esperanza para la Iglesia, una pequeña semilla del Reino de Dios.
Nosotros también podemos ser constructores de puentes de reconciliación desde la vida cotidiana, desde las situaciones comunes de todos los días. Cada uno de nosotros está llamado a ser como San Francisco, de Asís, un constructor y un artesano de la reconciliación.
Aceptemos ser constructores y artesanos de reconciliación, primero en nuestro corazón, en nuestras comunidades, para proyectarlo diariamente en los distintos ámbitos de la vida social. El legado ecologista que dejó San Francisco es de tan gran actualidad, porque enseña que debemos entender la relación entre la humanidad y toda la creación, entender que el mundo no lo podemos controlar nosotros, porque lo que nosotros hacemos es formar parte de la gran comunidad de la creación.
San Francisco inspira y ayuda a conservar siempre vivo el sentimiento de la fraternidad con todas las cosas creadas buenas y bellas por Dios Todopoderoso y recuerda el gran deber de respetarlas y custodiarlas.
Enseña a vivir cerca de Dios y no de las cosas materiales, porque para amar a Dios solamente se necesita la certeza de que con Dios siempre ganamos.
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