San Buenaventura, patrono de los teólogos
por: María García de Fleury
San Buenaventura nació en Bagnoregio, Italia en 1221 y se dice que siendo muy pequeño San Francisco de Asís lo curó de una enfermedad muy grave; se sabe muy poco de su niñez, pero con certeza se sabe que a los 22 años se hizo franciscano y que después de hacer sus votos religiosos lo enviaron a Paría a estudiar.
En París conoció a Santo Tomás de Aquino y los dos recibieron el título de doctor, Buenaventura fue maestro de Biblia y de teología en la Escuela Franciscana de París hasta 1257, año en que fue elegido para servir como superior de los frailes menores después de un período de extraordinaria expansión de la orden.
En sus 17 años como superior trabajó para mantener un espíritu de unidad y crear paz, calmó la amenaza de los problemas internos de la congregación por las diferencias en la interpretación del mensaje de San Francisco de Asís, logró hacerle entender a todos los frailes que el estudio de la filosofía y la teología no se oponían al llamado a la pobreza que era tan central a la espiritualidad franciscana, porque les explicaba que la razón y la fe no son contrarias sino complementarias, pues la inteligencia humana con solamente sus fuerzas no puede formular proposiciones verdaderas sin tener la iluminación de Cristo, de aquí la necesidad de la ciencia teológica.
Lo llamaban el doctor seráfico por sus escritos encendidos de fe y amor al Señor, escribió la vida del fundador San Francisco de Asís basado en documentos que recopiló y en testimonios de los que lo habían conocido, esta biografía fue adaptada como la biografía oficial de San Francisco por el Capítulo General de los Frailes Menores en 1263.
Cómo franciscano de corazón y escritor místico, Buenaventura le dio gran calidez a sus enseñanzas y a sus numerosos escritos místicos y ascéticos, el más famoso de ellos llamado «El viaje del alma hacia Dios». Para Buenaventura, Jesús era el centro de toda su enseñanza, su administración su escritura y su vida, era hombre de oración, buen administrador.
San Buenaventura logró estructurar la orden escribiendo una legislación que fue aprobada por todos y resultó ser muy eficaz, además le ofreció a los frailes una espiritualidad organizada basada en la visión y las intuiciones de San Francisco, logrando unir los aspectos pastorales y prácticos de la vida con la doctrina de la iglesia. Su impacto fue tan grande, que hoy en día a veces se le llama el segundo fundador de los franciscanos.
En 1273 el Papá Gregorio décimo, lo nombró cardenal y obispo de Albano y le pidió que lo ayudara a preparar el segundo Concilio Ecuménico de Lyon, Francia, un evento eclesial destinados a restablecer la comunión entre la iglesia latina y la iglesia griega. San Buenaventura trabajo para preparar ese concilio, pero lamentablemente falleció antes de que finalizará, porque murió de repente el 15 de julio de 1274 mientras el Concilio estaba un sesión.
San Buenaventura fue un hombre de acción y contemplación de profunda piedad, supo gobernar con prudencia y se destacó como un gran orador muy elocuente, Cristo siempre desempeñó un papel central en la vida y las enseñanzas de San Buenaventura, porque él sabía que con Dios ¡siempre ganamos!