San Atanasio gran defensor de la verdad, por María García de Fleury
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La historia está formada por seres humanos con características muy parecidas unos a los otros, y por eso la historia se repite cada tanto tiempo; esta es la razón del interés en nuestro personaje de hoy llamado San Atanasio, quien nació en Alejandría de Egipto en el año 295 y es la figura más drámatica entre los primeros padres de la iglesia. Antes de ser obispo conoció la doctrina de un hombre llamado Arrio, que era un sacerdote de la Iglesia de Alejandría y negaba la igualdad sustancial entre el Padre y el Hijo, atacando así el corazón mismo del cristianismo. En otras palabras, el arrianismo sostenía que que el hijo era distinto del Padre y por lo tanto era inferior a él.
Atanasio a los 33 años fue nombrado obispo de Alejandría, vivió el concilio de Nicea que se desarrollo en un tiempo donde el ambiente en la Iglesia y en la sociedad era muy confuso, existían muchas acciones eclesiásticas, en gran medida por falta de claridad en el uso del lenguaje y así el grave error del arrianismo crecía cada vez más dentro de la Iglesia Católica.
Atanasio se les enfrentó y comenzó a tener encuentros, debates y profundas diferencias con el arrianismo y con el poder imperial, estas diferencias marcaron toda su vida. Atanasio libró una lucha fuerte contra ésta, que fue una de las herejías más peligrosas y populares de la iglesia de los primeros siglos. Tal fue el nivel de sus convicciones para luchar contra las desviaciones doctrinales, que sus enemigo lo despojaron de su cargos y lo exiliaron cinco veces, debido a sus posturas a favor de la ortodoxia y de la verdad teológica.
Tan largos fueron sus exilios, que pasó 17 de sus 45 años de obispo en el exilio, gran parte de su trabajo fue escribir para defender la verdad enseñada por Cristo. Atanasio combatió a las ideas paganas y judías que atacaban al cristianismo. Durante sus exilios escribió un exitoso libro sobre la vida de San Antonio Abad y sobre la vida monástica, de hecho esta biografía fue tan importante que llevó a la conversión a muchos paganos e influyó en la conversión de otros creyentes notables como Agustín de Hipona.
Atanasio en una de sus cartas enumeró los 27 libros que debían constituir el nuevo testamento, y escribió: «Nadie puede añadirles nada, nadie puede quitárselo». Esa misma lista es la que se afirma como parte del canon bíblico que usamos en el día de hoy; escribía con entusiasmo de las verdades de Jesucristo para arrancar a los fieles de las garras de los falsos pastores.
A pesar del exilio se mantenía en contacto con su rebaño a través de cartas anuales, cuando pudo regresar nuevamente a Alejandría fue recibido como un héroe. El trabajo de Atanasio fue demostrar que el nuevo testamento enseñaba y asumía que Jesucristo es Dios y que es, por lo tanto, de la misma escencia del padre, que Jesucristo posee la doble naturaleza, Dios verdadero y hombre verdadero. En una reunión de obispos Atanasio dijo: «La división en la iglesia, es peor que la guerra».
Atanasio murió el 2 de mayo del año 373, el apelativo que le dieron recibe mucho lo que fue e hizo durante su ministerio, el noble campeón de Cristo, porque su vida la dedicó a luchar por la verdad de Dios, porque sabía que con Dios ¡siempre ganamos!
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