San Anselmo, por María García de Fleury
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El 21 de abril la iglesia recuerda a San Ancelmo, que nació en el año 1033 en los Alpes italianos en medio de una familia noble, fue educado y formado por monjes benedictinos. Después de la muerte de su madre, Ancelmo abandono su casa y en 1060 cuando tenía 27 años ingresó al monasterio de Bec en Normandía, donde se convirtió en discipulo y gran amigo del arzobispo de Canterbury.
Al pocotiempo, fue nombrado Prior, es decir, Abad del monasterio, lo que lo obligaba a viajar con frecuencia a Inglaterra donde habían más abadías. Fue en esa época cuando Ancelmo compuso sus dos obras más conocidas que sirvieron para integrar la filosofía con la teología, una era las meditaciones sobre las razones de la fe en el que daba las pruebas metafísicas de la existencia y la naturaleza de Dios y la fe que busca la inteligencia o contemplación de los atributos de Dios. También compuso tratados sobre la verdad, la libertad, el origen del mal y el arte de razonar.
En 1089, Ancelmó viajó a Inglaterra y 4 años más tarde fue nombrado como Arzobispo de Inglaterra a pesar de que en un primer momento el rey Guillermo el rojo se opuso, por ser muy hotíl a los católicos de aquella época e incluso desterró a San Ancelmo. San Ancelmo pasó un tiempo en el monasterio de Campania, en Italia, por razones de salud, y allí terminó su famosa obra Cur Deus homo, el más famoso tratado que existe sobre la encarnación.
Despues, sufrió un destierro y regreso a Italia, fue un excelente maestro para sus hermanos de la orden de San Benito, a quienes le enseñó teología; tambien luchó incansablemente por conseguir la libertad de la Iglesia.
Ancelmo dejó entender el mal, la voluntad y la libertad con una concepción del ser humano como un agente moral que por nada ni por nadie puede ser violentado y que siempre es sujeto de responsabilidad por cualquiera de sus comportamientos.
El amor está presente en todas las obras de Ancelmo, e insistía en buscar la verdad, que es Cristo, y así entregarse totalmente a él. Ancelmo buscó esclarecer el enigma del hombre, en el encuentro con el Dios de amor está el fundamento de su visión antropológica y también de su visión cristológica, porque Cristo es el hombre que se entrega totalmente por amor.
Ancelmo fue proclamado doctor de la iglesia en 1720 por el papa Clemete IX, y considerado como uno de los más grandes teólogos y filosofos de su tiempo, es reconocido como el padre de la escolástica y como teólogo se le recuerda por sus importantes obras y su defensa a la inmaculada concepción. Ademas de todo, se le recuerda como filosofo y como un hombre que tenía una piedad y una caridad desbordante, es precursor de Santo Tomás de Aquino.
Ya anciano y debilitado por su edad, falleció en 1109 entre los monjes de Canterbury. Sus últimas palabras antes de morir fueron «los deseos de nuestro corazón deben estar allí donde están los verdaderos goces celestiales», y nosotros le agregamos: Porque en el cielo está Dios y con Dios, ¡siempre ganamos!