San Alfonso María Ligorio y la Virgen, por María García de Fleury
Por María García de Fleury
San Alfonso María Ligorio, fundador de la Congregación de los Redentoristas, nació cerca de Nápoles, Italia, el 27 septiembre de 1696. Era un abogado muy famoso pero sentía el llamado de Dios, al obtener el doctorado en 1613 en la Universidad de Napoli hizo voto de sangre de defender el privilegio de la Inmaculada Concepción de la virgen María. Para él esto no fue una simple formalidad, años después renovó el mismo juramento y en el libro Las glorias de María explicó su significado.
Nada ni nadie pudo impedir que abandonara el mundo para dedicarse a la salvación de las almas, dejó su espada señal de nobleza, en el altar de la iglesia de Nuestra Señora de la Merced y luego dijo: «Fue ella, Nuestra Señora de la Merced, la que me sacó del mundo y me hizo abrazar el estado clerical. En 1739 una epidemia le permitió dedicarse a los enfermos en Nápoles y poco después se retiró con compañeros a Santa María de los Monte.
En 1732 estableció la Congregación del Santísimo Redentor la cual a pesar de las dificultades creció rápidamente, durante 30 años con su equipo de misioneros San Alfonso recorrió campos, pueblos, ciudades, provincias permaneciendo en cada sitio 10 o 15 días predicando para que no quedará ningún grupo sin ser instruido y atendido espiritualmente.
En 1762 fue nombrado obispo de Santa Ágata de los Godos, cerca de Nápoles, visitó toda la Diócesis predicando en todas las parroquias y reformando el clero, 3 años después dimitió al Ministerio Episcopal y volvió a vivir entre sus seguidores. Al poco tiempo se produjo una división en el instituto de los redentoristas y San Alfonso fue expulsado de su familia familia religiosa, la prueba fue muy grande pero él no perdió su coraje y predijo que la unidad se restablecería después de su muerte.
A sus enfermedades se le presentaron los sufrimientos morales y diversas tentaciones, sin embargo, su amor a Dios lo único que hizo fue crecer. El amor a Dios, aliado al voto heroico de nunca perder una fracción de tiempo a no ser para el apostolado, duplicaba sus fuerzas.
La gran devoción de San Alfonso María Ligorio a la Virgen María lo llevó a dedicarles gran parte de sus escritos como es el libro ‘Las glorias de María’.
San Alfonso todos los días rezaba el Santo Rosario y decía: «Amemos a Jesús y a María y hagámonos santos que no hay mejor dicha que podamos esperar y obtener de Dios» y agregaba «un devoto de María no se pierde porque Dios nos ha dado a Jesús por medio de María, para nosotros el camino más seguro para llegar al Señor es por medio de la Santísima Virgen, de hecho, San Alfonso es plenamente Mariano porque es plenamente cristológico.
El libro Las glorias de María tiene dos partes, la primera comenta sobre la oración de la Salve Regina y la segunda contiene una serie de reflexiones sobre las principales fiestas marianas y los siete dolores de la virgen.
El 1 de agosto 1787 entregó su alma al Señor mientras las campanas tocaban el Ángelus, más de 50 personas fueron curadas instantáneamente por el simple contacto con alguna reliquia suya en los años siguientes. Alfonso María de Ligorio falleció unido a la virgen que es la madre de Dios y con Dios ¡siempre ganamos!
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