San Alberto Magno, por María García de Fleury
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El 15 de noviembre celebramos a los Albertos, porque la iglesia celebra a San Alberto Magno, un alemán que nació en al año 1193 y murió el 15 de noviembre de 1280. Es el patrono de los científicos, San Alberto decía que le costaban los estudios y por eso una noche trató de huir del colegio donde estaba por unas escaleras colgadas por la pared. El narra que cuando llegó a la parte de arriba se encontró con la virgen María que le dijo: «Alberto, por qué en vez de huir al colegio no me rezas a mi que soy la causa de la sabiduría, si me tienes fe y confianza te daré una memoria prodigiosa y para que sepas que si fui yo quien te la concedió, cuando te vayas a morir olvidarás todo lo que sabías».
Alberto estudió leyes en la universidad de Padua, en Italia, y allí surgió su vocación para entrar en la orden de Santo Domingo, Los Dominicos. Cuando su padre se entero de que quería ser fraile enfureció y fue a buscarlo para sacarlo del convento pero no lo logró. Alberto se sentía feliz de pertenecer a la Orden de los Frailes predicadores, fue profesor e varias ciudades alemanas, profesor en París que para el era el centro intelectual de Europa occidental.
La cantidad de alumnos que asistían a sus clases hizo que tuviera que darlas en la plaza pública, la cual hoy en día lleva su nombre, se trata de la Plaza Maubert, nombre que viene de Magnus Albert.
Alberto fue superior provincial de la Orden de Predicadores en Alemania y posteriormente nombrado rector de la universidad de Colonia. Fue allí donde tuvo como discípulo a un joven fraile Tomás de Aquino.
Alberto fue una autoridad en filosofía, física, geografía, astronomía, mineralogía, alquimia (química), biología; así como en Biblia y teología. Reescribió las obras de Aristóteles para hacerlas aceptables a los ojos de los críticos cristianos por lo que fue el iniciador del sistema escolástico que su discípulo Santo Tomás de Aquino perfeccionó.
Como obispo, San Alberto tomó parte muy activa en el concilio ecuménico de Lyon, porque para él, enseñar acerca de Jesucristo y aclarar dudas sobre Cristo, era algo de suma importancia. San Alberto Magno, a pesar de haber muerto en 1280, se levanta en el siglo XXI como un modelo científico creyente, no concebía conflicto alguno entre ciencia y religión, todos los elementos de su vida muestran esta eterna novedad, unía en su persona el teólogo y el místico, es decir, a la teoría con la experiencia de Dios. Unía al obispo y al fraile, es decir, al que gobernaba con el que hacía vida comunitaria. Al sabio y al humilde santo.
Se destacó también como estudioso de la naturaleza sobretodo por el método de la observación y experimentación, a todo esto se unió una serie de escritos místicos sobre Dios y la forma de entenderlo. San Alberto estudió, investigó, analizó, todo el función de predicar a Dios, por eso utilizó tanto las ciencias naturales, la biología, la botánica, la química, así como la filosofía y la teología.
Poco antes de morir se le olvidó todo lo que sabía y recordó las palabras que la virgen le había dicho de joven, «Para que sepas que si fui yo quien te concedió todo tu saber, cuando te vayas a morir olvidarás todo lo que sabías».
Amigos, de la mano de la virgen este gran sabio de la humanidad supo desde joven que ¡con Dios siempre ganamos!
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