San Alberto Hurtado y los Hogares de Cristo, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

María García de Fleury

Alberto Hurtado nació en 1901 en Viña del Mar, Chile, y cuando tenía 4 años murió su padre. Una beca le permitió asistir al colegio jesuita de Santiago de Chile y cuando era adolescente pasaba tiempo con los pobres en los suburbios de la ciudad todos los domingos por la tarde.

Se graduó como abogado en la universidad Católica de Chile y continuaba visitando a los pobres todos los domingos.

Entró en el noviciado jesuita a los 22 años. «Aquí me tienes finalmente jesuita», le escribió a un amigo tan feliz y tan contento como uno puede estar en esta tierra.

Durante su noviciado se ganó la admiración de sus compañeros por su caridad, amabilidad, oración y personalidad vibrante. Estar con él era muy agradable porque te hacia sentir muy cómodo, decían los amigos después de su ordenación sacerdotal.

En 1933 Alberto volvió a enseñar religión a niños del colegio San Ignacio, adultos en la Universidad Católica y también impartía ejercicios espirituales

El compromiso de Hurtado con los pobres siempre se mantuvo. En 1940 fue nombrado director de acción católica de un movimiento juvenil nacional y cuestionando el compromiso del país con los pobres y apuntando a que disminuían las vocaciones al sacerdocio, escribió un libro que fue muy provocador y lo tituló «¿Es Chile un país católico?».

En 1944 Hurtado tuvo una epifanía, vio como un vagabundo se le acercaba en la calle en una noche fría, era un hombre pobre en mangas de camisa, enfermo, titiritando de frió y se le acercó, y le dijo: «No tengo donde refugiarme». Unos días después mientras dirigía un retiro de mujeres relató esta experiencia a su audiencia y les pidió: «Vuelvan sus pensamientos hacia los pobres. Cristo no tiene hogar». Este fue el comienzo de la obra por la que San Alberto Hurtano es mas conocido, «Los Hogares de Cristo».

En 1945 se abrió el primer Hogar de Cristo y rápidamente atrajo voluntarios. En pocos años auspicios similares se extendieron por toda Chile, ofreciendo a sus huéspedes refugio, habilidades técnicas y valores cristianos. Cinco años después 850.00 niños recibían ayuda de los Hogares de Cristo.

Hurtado era un hombre intensamente ocupado, compró una camioneta verde para llevar mejor a los refugios a los niños en riesgo que vivían en la calle. Los llamaba mis patroncitos, sus pequeños jefes.

Mantuvo su retiro y alcance a la juventud, escribió varios libros, fundó la revista Mensaje, una revista católica diseñada para destacar la doctrina social de la iglesia.

Alberto tenía un horario agitado, pero mantenía un buen equilibrio entre la oración y el trabajo.

Desarrolló cáncer de páncreas y el final le llegó rápida y dolorosamente. Durante su sufrimiento a menudo se le oía decir: «Estoy contento señor, estoy contento».

Murió a las 51 años, entregó su vida a Dios sabiendo que con Dios, siempre ganamos.