San Agustín, arquitecto del pensamiento de la Edad Media, por María García de Fleury - 800Noticias
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Agustín nació en Tagaste, un pequeño pueblo del norte de África, y desde joven conoció las diferencias religiosas que abrumaban al imperio romano. Su padre era un padre que honraba a los antiguos dioses y su madre era una cristiana celosa.

Agustín como adolescente estaba más interesado en el sexo, la buena vida y la diversión. A los 17 años sus padres lo enviaron a estudiar en la escuela en Cartago, allí estudió a Cicerón y a la filosofía Maniquea, producto de un persa llamado Mani y por esas creencias desechó la religión de su madre. Al terminar sus estudios Agustín regresó a Tagaste para enseñar retórica y algo de maniqueísmo, luego fue a Roma y a Milán se convirtió en profesor de retórica.

En Milán comenzó a asistir en la Catedral para escuchar los discurso del obispo Ambrosio, pues le impresionaba las cosas que decía y como las decía, esto hizo que fuera abandonando el maniqueísmo en favor del neoplatonismo. Agustín tenía una concubina a la que amaba profundamente y que le había dado un hijo, al que le pusieron por nombre Teodato, pero nunca se casó con ella.

Dado su cambio de filosofía que le hacía ver la necesidad de abandonar a su amante, Agustín comenzó a batallar consigo mismo. La conversión de Agustín después de haber leído el capítulo 13 de San Pablo a los Romanos que dice: «No en deleites y borracheras, no en lujurias y desenfrenos, no en riñas y rivalidades, más bien ármate del Señor Jesucristo, no pienses más en la naturaleza y sus apetitos».

Todo esto provocó conmociones en su vida, renunció a su cátedra de enseñanza, envió una nota al obispo Ambrosio contándole su conversión y se retiró con sus amigos y su mamá a una villa rural. Después de 6 meses regresó a Milán para ser bautizado por el obispo Ambrosio y escribió un libro llamado Las confesiones donde narra su conversión y dice: «Tarde te ame, Señor»

En su camino de regreso a Tagaste fallecieron su mamá, su hijo y un amigo, estas perdidas impulsaron a Agustín a un compromiso más profundo y vigoroso, él y sus amigos establecieron una comunidad acética laica ahí en Tagaste para dedicar tiempo a la oración y al estudio de las sagradas escrituras. En el año 391 Agustín viajó a Hipona para ver la posibilidad de establecer un monasterio y allí fue nombrado sacerdote y cuando el obispo Valerio falleció, Agustín se convirtió en el nuevo obispo de Hipona. Como obispo se enfrentó a los grupos que tergiversaban las enseñanzas de la iglesia como los maniqueos, los donatistas y los pelagianos.

La respuesta de Agustín para proteger a la iglesia se produjo en 22 volúmenes a lo largo de 12 años en su obra titulada La Ciudad de Dios. Sostenía que Roma fue castigada por los pecados pasados, no por la nueva fe. «La humanidad de divide en dos clases», decía, «Los que viven según los hombres y los que viven según Dios, a estas las llamamos las dos ciudades.

En el verano del año 429 los vándalos invadieron el norte de África y la ciudad de Hipona se vio abrumada por los refugiados, en el tercer mes del asedio, Agustín de 76 años falleció. Milagrosamente sus escritos sobrevivieron a la toma del poder de los vándalos y su teología se convirtió en uno de los principales pilares sobre los cuales se construyó la iglesia de los siguientes 1000 años para la gloria de Dios y con Dios ¡siempre ganamos!

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