Río de Janeiro se acostumbra a su nueva cara antes de los Juegos
EFE
El cambio de cara que ha tenido la ciudad de Río de Janeiro durante los últimos años para preparar la llegada de los Juegos Olímpicos, que serán celebrados dentro de 28 días, ha dejado desubicados a sus propios habitantes, que aprovechan estos días para acostumbrarse a su nueva casa.
Esta ciudad, cuya transformación se compara con la que vivió Barcelona en los Juegos de 1992, ha ganado en los últimos años, además de múltiples instalaciones deportivas, una zona portuaria más moderna y turística, una mejora del sistema de transporte público y nuevos túneles, puentes y carreteras, entre otras infraestructuras.
Entre las grandes obras se encuentra la construcción de una ampliación en el Aeropuerto Internacional Tom Jobim, el ‘Galeao’, que cuenta ahora con 100.000 metros cuadrados más para recibir a 13 millones de nuevos turistas nacionales y extranjeros por año.
También engalanan a la ‘Ciudad Maravillosa’ la construcción de dos líneas de tranvía urbano y la instalación de una nueva línea de metro.
Otra importante mejoría ha sido la vivida en la zona portuaria a partir del proyecto Puerto Maravilla, que ha cambiado drásticamente el aspecto de las calles cercanas al centro de la ciudad y está logrando atraer a decenas de visitantes que antes no lo recorrían por miedo a posibles asaltos.
Pero no ha sido un camino de rosas, ya que muchas de sus obras han sido presentadas más tarde de lo esperado y con presupuestos superiores a los pautados inicialmente.
Un caso concreto de esta clase de contratiempos ha sido la Línea 4 de metro, que, a menos de un mes, todavía no ha podido realizar las pruebas de funcionamiento en la totalidad de su esperado recorrido entre la zona turística de la ciudad y el barrio de Barra de Tijuca, donde se encuentran varias instalaciones olímpicas.
Los constructores de la obra aseguraron a Efe que se ha realizado en un tiempo récord y alegaron que el «retraso» se ha debido a la burocracia necesaria para hacer una construcción de tal calibre, además de las dificultades que ofrece el suelo carioca.
Esta obra también saltó a las primeras planas de los medios locales la semana pasada al salir a la luz una licitación que indicaba que el dinero gastado en 2015 superaba 21 veces el pautado al inicio del proyecto para ese mismo año.
Otro retraso lo sufrió la conexión Transolímpica, una ruta para autobuses exprés y automóviles que unirá el Parque Olímpico y el Complejo Deportivo de Deodoro, dos de las infraestructuras que más competiciones deportivas acogerán durante los Juegos.
Esa ‘vía rápida’, que se esperaba que fuera presentada en el primer semestre del 2016, será finalmente presentada mañana.
Desde que Río de Janeiro fuera elegida ciudad olímpica en 2009 ha vivido múltiples crisis, que han ido desde una alerta sanitaria por la expansión del virus Zika, hasta cierres de hospitales, recortes en educación, aumento de los precios en transporte y un brusco cambio de Gobierno, entre otros.
La ciudad todavía tiene varias asignaturas pendientes, como la limpieza total de la Bahía de Guanabara, que se planteaba como uno de sus mayores legados olímpicos, o la reducción de la violencia y de las diferencias sociales.
Cumplidos los objetivos o no, esta cara modificada de Río ha supuesto un cambio al que sus habitantes se han de acostumbrar antes de la llegada del millón y medio de turistas nacionales y extranjeros que se espera que visiten la ciudad a partir el 5 de agosto, día en el que comenzarán los Juegos Olímpicos de 2016.