Refugiados del terremoto en Marruecos son afectados por las lluvias - 800Noticias
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EFE

Las condiciones de los refugiados que viven en campamentos tras el terremoto que asoló hace casi dos meses el Alto Atlas marroquí se han visto agravadas por el primer temporal del otoño, al que se suma la carencia de luz, los pillajes y la falta de ayudas para todos.

«No hay luz, no hay baños, no hay tiendas que protejan contra la lluvia. Estos días que ha llovido nos ha entrado agua en las tiendas y las autoridades no están. Solo pedimos que vengan a ver qué necesitamos», afirmaba este jueves a EFE Ahmed en la localidad de Amizmiz, ubicada al sur de Marrakech, en las faldas del Atlas.

Allí viven miles de refugiados en tiendas de campaña facilitadas por el Gobierno marroquí, que han sufrido daños por la tormenta de arena y fuerte lluvia que golpeó Marruecos el pasado domingo, con rachas de hasta 110 kilómetros por hora.

Un temporal que sirve de preludio a lo que pueden sufrir en invierno, cuando las temperaturas caen por debajo de cero y la nieve deja aisladas las aldeas montañosas más allá de Amizmiz, más cerca aún del epicentro y donde quedan centenares de refugiados en tiendas.

Ayudas que no llegan y pillajes

Junto a algunas de las tiendas de Amizmiz, Ahmed, de unos 60 años, denuncia que las ayudas directas a los afectados aprobadas por el Gobierno marroquí, de 2.500 dirhams mensuales por familia (230 euros, 243 dólares), no han llegado a muchos.

Se trata de la primera tanda de ayudas anunciada por Marruecos tras el dramático terremoto que dejó casi 3.000 muertos y 5.500 heridos, a la que seguirá una segunda para reconstruir las alrededor de 56.000 casas afectadas y que se espera empezar a repartir el 1 de noviembre.

«La gente aquí sufre una penuria máxima. Hay mayores y niños enfermos. Hay gente con enfermedades crónicas. Hay diabéticos que no tienen jeringuillas para inyectarse la insulina y esta se estropea con el tiempo. Queremos que el Gobierno ayude a esta región abandonada», afirma Ahmed.

Ante esta situación, los refugiados salieron este martes a protestar en las calles de Amizmiz y tienen previsto volver a hacerlo.

Están agrupados en la Coordinadora de Víctimas del Terremoto de Amizmiz, que pide la instalación generalizada de electricidad, baños, puntos de agua y cubos de basura en los campamentos, la sustitución de las tiendas que sirven de escuelas por aulas móviles, la instalación de un hospital de campaña así como más seguridad para evitar robos.

Esto último es lo que denuncia Fátima, otra refugiada de Amizmiz: «Queremos volver a nuestras casas. Viene el frío, viene la lluvia y además están los pillajes. Hay que estar todo el día vigilante. No hay dónde trabajar. Y si dejas tu tienda, al volver no encuentras nada. Te quitan la vajilla y te quitan los abrigos».

Tiendas no preparadas para el frío

Mounir (ninguno de los vecinos quiere dar su apellido) afirma que la ayuda no ha llegado «ni al 50 por ciento» de las familias y reclama que se derrumben o protejan las casas afectadas para que no caigan encima de los viandantes.

Otro vecino, Hasan, explica que algunas tiendas fueron arrancadas por las rachas de viento el pasado domingo y lamenta que su familia aún no ha recibido la ayuda.

Rachid Belaarbi, concejal en Amizmiz, explica a EFE que los manifestantes reclaman una revisión del sistema de distribución de ayudas, ya que muchos no las han recibido porque se contabilizan por casas, sin tener en cuenta que en algunas de ellas vive más de una familia y que no todas tienen el mismo número de miembros.

«En las casas de estos pueblos suelen vivir hermanos o primos con abuelos y padres y cada uno tiene su propia familia, pero a la hora de censarlos los han considerado como una sola familia por casa», indica.

Una autoridad local de la provincia de Marrakech, donde se ubica Amizmiz, reconoce que algunos campamentos no tienen electricidad y que se han detectado casos de robos en las tiendas.

Los campamentos, indica, resultaron muy dañados por las lluvias y es necesario intervenir en las casas afectadas para que no se vengan abajo con el agua.

«Si continúa la lluvia, no se interviene en las casas dañadas y no se sustituyen las tiendas, que no sirven para la lluvia, el viento o la nieve, va a haber una catástrofe», sentencia.

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