Recuperar el contacto con la naturaleza ayuda a mitigar el estrés
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La OMS define al estrés como «un estado de preocupación o de tensión mental generado por una situación difícil», y reconoce que es algo a lo que estamos expuestas todas las personas en nuestro día a día y en determinados grados. Eso sí, lo deja claro: se trata de una respuesta natural a las amenazas que nos rodean, pero la forma en la que reaccionamos a él puede afectar a nuestro bienestar.
Dice que sus consecuencias son psíquicas y físicas y pueden ir desde la ansiedad y la irritabilidad, hasta los dolores de cabeza o de otras partes del cuerpo, malestar gástrico, dificultades para dormir, alteraciones del apetito.
«Cuando se cronifica el estrés puede dar lugar a un aumento del consumo de sustancias, aparte del alcohol y del tabaco; al tiempo que puede agravar ciertos problemas de salud. En la esfera de la salud mental las situaciones estresantes pueden exacerbar los problemas, ansiedad o depresión frecuentemente», sostiene esta entidad.
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¿Qué hacer en estas situaciones? Propone aprender a gestionarlo con su guía ‘En tiempos de estrés, haz lo que importa’ y entre otras sugerencias recomienda dormir bien, dieta saludable, hacer deporte, seguir rutinas en el día a día, mantener una vida social, y no pasar demasiado tiempo con las noticias.
Recuperar el contacto con entornos naturales
En Infosalus charlamos además con el catedrático de Psicología ambiental de la UAM José Antonio Corraliza quien, aparte de estos consejos, nos habla de la necesidad de recuperar el contacto con los entornos naturales y naturalizados, lo que en psicología mental se llama ‘los efectos restauradores de la naturaleza’: «Hay muchas actividades que nos ayudan a recuperar del exceso de estrés o de demanda que la vida cotidiana nos plantea, como el mindfulness, escuchar conciertos, hablar con amigos, o un paseo por la naturaleza».
A su juicio, el estrés es un «mal necesario», un recurso con el que cuentan los seres vivos, no solo los humanos, sino también las plantas, por ejemplo, y una respuesta de alarma con la que contamos para hacer frente a las amenazas y a los riesgos. «Por eso no es malo, es un recurso adaptativo», añade.
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