Recordando a Simón Bolívar, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
El 17 de diciembre se recuerda el fallecimiento del Libertador Simón Bolívar en 1830; en su vida se destacó como hombre público, hábil guerrero, gran político, diplomático y gran escritor.
Bolívar tiene sin duda críticas, pero también tiene mucho apoyo, en el día de hoy queremos traer a la memoria algunas de sus muchas anécdotas sobre su religiosidad; por ejemplo, en la ciudad de Valencia salió en defensa de su capellán y presbítero doctor Antonio Torres contra las sátiras que le dirigía en un banquete el jefe del Estado Mayor del ejército de Páez, hablando de la Virgen María. Eso lo encontramos en las obras completas de Simón Bolívar en el volumen 6 página 42.
Se recuerda también que en una ocasión regañó a su edecán por cruzar las piernas en la iglesia porque eso era una falta de respeto frente a Dios.
En el Diario de Bucaramanga, estudio critico de Monseñor Nicolás Navarro, en Caracas en 1935 en la página 232, encontramos que de acuerdo a Peru de Lacroix, Bolívar nunca faltó en día de fiesta a la santa misa.
En ese volumen tan inmenso de cartas que escribió Bolívar, siempre sobresalió su gran humanismo, pareciera que la gloria lo hizo acercarse más a las personas, la religión lo enseñó a perdonar y a amar.
En el volumen 3 de las obras completas del Libertador en la página 867 le dice al General Urdaneta: “Usted debe ser justo, ya que ofendió, esto no daña ya que es grande y bello, lo demás muestra poquedad de ánimo, yo lo haría así, todo lo demás nos es digno de usted, además lo requiere la patria”.
El hermano Nectario María en su libro “Sentimientos religiosos del Libertador Simón Bolívar”, narra algunos hechos que muestran la profunda religiosidad de Bolívar, por ejemplo, cuando después de la Batalla de Boyacá pidió expresamente una misa de Tedeum, la cual se llevó a cabo en la iglesia parroquial de San Antonio del Táchira.
Bolívar estaba en un solio colocado para él en el presbiterio y a su lado colocaron una bandera de Venezuela; en el momento en que se daba la bendición con el santísimo sacramento mientras la banda tocaba el Himno Nacional, Bolívar se levantó del reclinatorio donde estaba, agarró la bandera y la puso en el suelo delante del santísimo sacramento diciendo en voz alta: “Solo ante voz señor, se rinde esta bandera”. Esta narración la encontramos en el libro de Eduardo Picón Lares titulado “Críticas”, en la edición extraordinaria del 17 de diciembre de 1940.
En 1821, en presencia del obispo Lasso de la Vega, besó el crucifijo y las gradas del presbiterio, es muy conocida su devoción a la Virgen María bajo las advocaciones de Belén, Chiquinquirá y Coromoto y el caso de un religioso que frente a Bolívar se puso a hablar mal del infierno del alma y de la Santísima Virgen. Bolívar entonces lo remitió al padre provincial de su congregación para que le enseñara la doctrina y la urbanidad.
Nuestro Libertador, desde muy joven y hasta su lecho de muerte expresó su conciencia de tener la misión confiada por Dios para romper y liberar las cadenas de la opresión, proteger y mantener la religión cristiana católica “hasta que me muera”, rendir gratitud y honores a la Madre de Dios, la Virgen de la Libertad, la Inmaculada Concepción, impartir la religión en las escuelas y las ciencias eclesiásticas en la Universidad, predicar la moral cristiana, la paz y la concordia, pues decía “sin la conciencia de la religión, la moral carece de base, moral y luces son nuestras primeras necesidades”.
Los hechos hablarán por siempre de un Simón Bolívar libertador que nació, vivió y murió en la religión de sus mayores, la iglesia católica, porque todos ellos sabían que con Dios siempre ganamos.