Realidades y mitos sobre la eyaculación femenina… - 800Noticias
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La eyaculación femenina o squirt no solo genera controversia entre los expertos. De hecho, desde que Whipple y Perry (1981) publicaron un artículo sobre el tema, se ha avanzado mucho para intentar dar respuesta a las preguntas más habituales relacionadas con este tema. ¿Realmente pueden las mujeres eyacular al igual que hacen los hombres? Si es así, ¿por dónde sale el fluido exactamente? ¿Es el don de unas pocas mujeres?

La discusión acerca de la eyaculación femenina surge a raíz de las confesiones de un grupo significativo de mujeres (según algunos estudios, entre un 40-54% de la población femenina). Muchas chicas comenzaron a reconocer que expulsaban líquido en el momento de su orgasmo, de forma similar a la eyaculación masculina.

Tal y como muestra Gilliland (2009), este suceso puede tener una gran influencia en la vida sexual de las mujeres que lo viven. Para algunas resulta vergonzoso y humillante, y para otras es fuente de interés y orgullo. Sin duda, la falta de información resulta un gran obstáculo para entender y asimilar este suceso, e incluso poder definirlo.

¿Existe la eyaculación femenina?

Un laboratorio de bioquímica del Hospital Van Buren inició una investigación muy necesaria en el campo del orgasmo femenino. Recordemos que el sustrato fetal en su origen es femenino. Es decir, la mujer debe poseer una estructura prostática embrionaria para que el hombre pueda desarrollar la correspondiente próstata masculina.

Los resultados sugieren que la existencia de tejidos prostáticos femeninos pueden producir una descarga genital no urinaria y sexualmente inducida durante el orgasmo (Venegas, Carmona Mena, Alvarez, & Arévalo, 2006). Esta descarga es lo que se denomina como “eyaculación femenina”.

Mujer sintiendo placer

La mayor parte de los expertos coincide en que el líquido expulsado no es orina, tal y como se pensaba antes. También hay acuerdo en que el tejido prostático de las mujeres (o glándulas de Skene) es el principal responsable de esta expulsión. Las glándulas de Skene son homólogas a la glándula prostática de los hombres, por lo que han sido llamadas “la próstata de la mujer”. Son secretoras de antígeno prostático específico, y su función está relacionada con la lubricación uretral y la eyaculación femenina.

Cada mujer es un mundo, y su sexualidad también lo es. No existe un tipo específico de líquido eyaculado. En la práctica real, algunas afirman expulsar solo unas gotas mientras que otras expulsan una cantidad equivalente a varias tazas de café. Algunas lo describen como espeso y blanquecino, y otras en cambio lo observan transparente y acuoso.

“En algunas mujeres, la estimulación del punto G, el orgasmo y la eyaculación femenina están relacionadas. Mientras, en otras mujeres esta relación no existe. Algunas mujeres han reportado orgasmo con eyaculación por estimulación del clítoris y otras han tenido eyaculación sin orgasmo”.

La eyaculación femenina y el punto G

Masters y Johnson (1966) sostenían que el único órgano erógeno primario en la mujer es el clítoris. Actualmente se acepta que tanto la vagina como el clítoris son zonas erógenas primarias (Zwang, 1987).

Anatómicamente el punto G no forma parte de la vagina, sino de la uretra (la próstata femenina). Puede ser estimulado por los movimientos del pene o digitalmente. Se puede percibir mediante el aumento del volumen de una zona de pocos centímetros en la pared anterior de la vagina, produciendo intensos orgasmos femeninos (Arango de Montis, 2008).

Mano de una mujer cogiendo la sábana

Estas conclusiones significan que la adecuada estimulación de cualquiera de estos dos órganos femeninos puede conducir al orgasmo.

En un estudio se encontró que el 72,7% de las mujeres alcanza el orgasmo mediante la estimulación de las distintas áreas de las paredes vaginales. El 90,9% de las mujeres evidencia erogenicidad mediante la estimulación digital de estas áreas. Cuando el clítoris se estimula digitalmente, las proporciones son las mismas. Cabe destacar, que los investigadores observaron la duración de los orgasmos generados por estímulo digital del clítoris y la vagina.

A través de los resultados descubrieron que el clítoris tiene aproximadamente el doble de sensibilidad erógena que la vagina (Useche, 2001). De hecho, un estudio demostró que la mayoría de las mujeres precisan únicamente de la estimulación del clítoris para lograr eyacular (Álvarez, s. f.).

Muchos sexólogos y feministas están de acuerdo en el absurdo de reducir la sexualidad femenina al punto G. En 1950, el propio Ernest Grafenberg (que presta su nombre al famoso punto G) afirmó que no existe ninguna parte del cuerpo de la mujer que no proporcione respuesta sexual. Es decir, el sexo ocurre en muchos lugares, empezando por nuestros propios pensamientos (García, 2005).

La eyaculación: semejanzas y diferencias entre sexos

No hay duda de que el orgasmo llega acompañado de contracciones rítmicas en los órganos internos sexuales, tanto femeninos como masculinos. A diferencia de los hombres, la eyaculación femenina no siempre acompaña al orgasmo, y en la mayoría de los casos ocurre en las primeras etapas de la respuesta sexual. Principalmente en la primera fase, la excitación.

Otra diferencia encontrada por Amy Gilliland (2009) es que el volumen de la eyaculación femenina se incrementa cuanto mayor número de orgasmos experimente una mujer durante la relación sexual. Esto puede verse influido por la etapa del ciclo menstrual en la que se encuentre y en función de la estimulación que necesite para que esto ocurra.

Derrumbando mitos sobre la eyaculación femenina

Durante la antigüedad, se creía que sin eyaculación no podía haber fecundación. Esto era aplicable tanto a hombres como a mujeres, en un intento de homologar la respuesta sexual. Por otra parte, algunos psicoanalistas de la época consideraban que el orgasmo vaginal en la mujer era “el orgasmo maduro”(García, 2005). Pero sin duda la mayor de las falacias es la que afirma que cuantas más eyaculaciones logra una mujer, mayor y mejor es su satisfacción sexual (Álvarez, s. f.).

El hecho de visibilizar el placer femenino a través de una eyaculación invierte el convencionalismo respecto al género (García, 2005). En definitiva, el progreso del conocimiento científico derriba mitos y expande las mentes, permitiendo liberar de las mujeres de los antiguos estándares sexuales.

 

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