¿Qué significó San José para Jesús?, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
¿Alguien se puede imaginar lo que pasaba por la mente de San José cuando descubrió las responsabilidades que tenía? ¿Cuando se dio cuenta que su esposa estaba embarazada del hijo de Dios y él sería el responsable de salvaguardar, sostener y cuidar al hijo del Altísimo y a la madre de Dios? Eso es algo extraordinario. Es extraordinario considerar la vida y la obra de San José.
Muchos de nosotros, a lo largo de los siglos, le hemos implorado a la Virgen Santísima, para que nos ayude y nos consuele, hemos suplicado a nuestro Señor, que esté con nosotros en tiempos oscuros o sencillamente le hemos agradecido por nuestras bendiciones. San José estaba al lado de María y Jesús, San José los estaba cuidando, riendo con ellos, mirándolos amorosamente a los ojos, es el Santo patrón de una muerte feliz, porque la tradición sostiene que María y Jesús estuvieron a su lado cuando él murió, quién puede imaginar una muerte más feliz que esa.
Si bien San José no fue el padre biológico de Jesús, las escrituras se refieren constantemente a él como el padre de Jesús, a menudo nos referimos a él como padrastro, como padre adoptivo, pero ninguno de esos capta adecuadamente la realidad de la relación que tenía con nuestro Señor Jesucristo.
San José es el padre de Jesús y su vida, al cumplir con amor las responsabilidades de ese papel, se convierte en un ejemplo increíble para todos los padres de familia y, de manera especial, para los padrastros de hoy y los padres adoptivos.
El 15 de agosto de 1889, el papa León XIII público un encíclica llamada “Quamquam Pluries” sobre la devoción a San José. En el documento, el papa León XIII nombra a San José como patrono de la Iglesia Católica e implora que todos oren por su intercesión.
José era el esposo de María y tenía fama de Padre de Jesucristo, de esta fuente ha brotado su dignidad, su santidad, su gloria. La devoción a la Virgen María había crecido a lo largo de los siglos pero el Santo Padre quería enfatizar, de una nueva manera, el papel único de San José en la vida de nuestro Señor, en la vida de la Iglesia y en la vida de cada cristiano.
José es la personificación máxima del amor, la vigilancia y la constancia inquebrantable de un padre y la fidelidad, la paz y el amor de un cónyuge. La paternidad de José es un reflejo de Dios padre.
En el centenario del “Quamquam Pluries”, del papa León XIII, el 15 de agosto de 1989, San Juan Pablo Segundo emitió una exhortación apostólica llamada “Redemptoris Custos” sobre la persona y la misión de San José en la vida de Cristo y de la iglesia. San Juan Pablo Segundo habla de cómo José puede ser un guía como hombre, esposo, padre y como patrón especial de la Iglesia.
San José fue llamado por Dios a servir a la persona y a la misión de Jesús directamente a través del ejercicio de su paternidad. Su paternidad se expresa concretamente en haber hecho de su vida un servicio al misterio de la Encarnación, en haber utilizado la autoridad legal que le correspondía sobre la Sagrada Familia para hacer un don total de sí mismo, de su vida, de su obra. San José se convirtió y convirtió su vocación humana al amor doméstico y puso todo su corazón, su vida y sus capacidades en amor puesto al servicio del Mesías, que crecía en su casa. Ese Mesías que es Dios y que ¡con Dios siempre ganamos!