¿Qué hacer después de la Resurrección?, por María García de Fleury
María García de Fleury
La Resurrección es central para la fe cristiana porque es la victoria triunfante sobre el pecado y la muerte. Sin creer en la Resurrección, uno no puede llamarse verdaderamente cristiano. Y sin la Resurrección, no sirve de nada creer en Cristo, porque si Cristo no hubiera vencido la muerte, entonces todos habríamos sucumbido a la destrucción, a la condenación eterna, a la desesperación.
Después de la muerte y Resurrección de Jesús, los discípulos estaban reunidos en Jerusalén, temerosos de las repercusiones y reacciones de las autoridades judías. Por eso pasaban la mayor parte de su tiempo escondidos, para evitar los sufrimientos y los castigos de la gente de este mundo.
50 días después, el Espíritu Santo vino sobre ellos, los fortaleció y les dio la capacidad de enfrentar las opresiones y oposiciones a sus esfuerzos y proclamar fielmente la verdad. Así lo hizo San Pedro, que habló vigorosamente y con gran espíritu de las muchas cosas que el Señor había hecho por su pueblo, de todo lo que había soportado por la salvación del mundo entero, de los sufrimientos y pruebas que tuvo que soportar a través de su cruz, pero que él tomó voluntariamente, porque ama verdaderamente a todos y a cada uno de nosotros.
Por su cruz, Jesús nos ha conducido a todos a la libertad de nuestros pecados, liberándonos de la tiranía del mal y de la muerte. Mientras continuamos avanzando en este tiempo de Pascua, recordemos constantemente el llamado y la misión que todos y cada uno de nosotros como cristianos tenemos al proclamar a Cristo resucitado. Nuestro Señor y Salvador, su salvación y todo lo que él ha enseñado y revelado a través de nuestra propia vida diaria y acciones con el deseo de glorificar al Señor, incluso a través de los más pequeños y de las cosas aparentemente simples que hacemos en nuestra vida para así cumplir la misión que Dios encomienda a cada uno de nosotros.
Las intenciones de Jesús para todos siempre han sido muy claras. Él quiere reconciliarse con nosotros y quiere que podamos encontrar el camino de regreso a él. Por eso le encomendó a sus apóstoles y a los demás discípulos la importante misión de proclamar su salvación al mundo entero.
Nosotros tenemos que creer en nuestro Señor y Salvador. Seamos valientes, comprometidos en servir al Señor en todas las cosas de la mejor manera que podamos para que, como los apóstoles, también podamos ser inspiradores y con nuestro ejemplo y con nuestras acciones para proclamar al Señor resucitado su buena nueva y la salvación para todos. Y así más personas puedan llegar a creer en nuestro Señor y Salvador, puedan llegar a buscarlo, a reconciliarse con él.
A través de todos nosotros y nuestro compromiso con él, podemos hacer que más personas se den cuenta de la profundidad de sus pecados y maldades y puedan abrir sus corazones y mentes para recibir al Señor en sí mismos, permitiéndoles transformarse en hijos buenos y dignos de la luz de su salvación.
Pidamos que el Señor resucitado continúe bendiciéndonos ahora después de la resurrección en todos nuestros buenos esfuerzos y que continúe guiándonos a lo largo de nuestro camino en la vida, en todas las luchas y al soportar las muchas pruebas y desafíos que podemos encontrar en nuestro camino hacia Dios, porque con Dios ¡siempre ganamos!
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