Que descansen en paz los sacerdotes fallecidos, por María García de Fleury
Por María García de Fleury
Un sacerdote es un hombre bautizado que ha recibido el sacramento del orden sagrado, a través de este sacramento el hombre entra en el sacerdocio ministerial que le otorgó un poder sagrado para servir a todo el pueblo de Dios, la misión del sacerdote católico es alimentar a la Iglesia con la palabra y la gracia de Dios.
Como tal, un sacerdote es un mediador, un constructor de puentes entre Dios y la humanidad; lo hace participando en el único sacerdocio de Jesucristo que une a Dios y a la humanidad en su mismo ser. El sacerdote lleva a cabo esta construcción de puentes a través de la enseñanza, el Culto Divino y la dirección del pueblo. Amigos Dios elige a los que quiere, no necesariamente a los mas talentosos o los mejores, Dios mira el corazón humano, Dios no se equivoca ni se contradice y cuando llama sigue llamando.
Jesús antes de subir al cielo dijo «Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda criatura», esto hace que toda la iglesia sea misionera. El Papa Benedicto XVI dijo que este mandato no es un simple encargo confiado a unos colaboradores , sus raíces son mucho más profunda y deben buscarse mucho más lejos, la dimensión misionera del presbítero nace de su configuración sacramental a Cristo Cabeza y esto trae consigo la participación en una vida nueva espiritualmente entendida a ese nuevo estilo de vida que fue inaugurado por el Señor Jesús y que fue hecho propio por los apóstoles.
Dios es la única riqueza que en definitiva los hombres desean encontrar en un sacerdote. Un sacerdote ofrece el ministerio de Jesucristo, cuando un sacerdote ofrece el santo sacrificio de la misa es Cristo quien ofrece el sacrificio, cuando absuelve los pecados en el sacramento de la reconciliación es Cristo quien perdona; cuando participa en la misión de la Iglesia de enseñar y evangelizar es Cristo quién habla, cuando da consuelo y apoyo al pueblo de Dios es Cristo quien está verdaderamente presente con ello.
El principal don del sacerdote en su pueblo es la capacidad de estar disponible, de poder pasar tiempo con su pueblo evangelizando, dando los sacramentos, visitando enfermos, ancianos, aconsejando personas que tienen necesidades o problemas especiales con drogas, problemas entre padres e hijos, depresión o la vida en general.
Un sacerdote es considerado un líder para su pueblo tanto en lo social como en lo espiritual, por eso el fallecimiento de un sacerdote conmueve a la comunidad.
Hoy toda la comunidad venezolana está conmovida con la partida del Padre Josiah Asa K’Okal, del Padre José del Rey, del padre Antonio Gracia y de otros sacerdotes y religiosos que han fallecido, personas de gran valor para nuestra sociedad pues han sido compañeros de camino y guía que tantas personas, acompañándolos en sus momentos de dolor así como de alegría, ofreciendo los sacramentos, brindándoles paz y sosiego.
Elevamos nuestras oraciones por ellos y por tantas personas que han fallecido, le pedimos a Dios que los reciba con su misericordia y a la Virgen de Coromoto que los acompañe en su trance en ese camino al cielo, porque quiénes tienen fe en Dios saben que les espera la gloria y la felicidad eterna, porque con Dios ¡siempre ganamos!
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