PSG no pudo vencer la resistencia del colista de la tabla
EFE
París Saint-Germain (PSG) continúa sin ofrecer su mejor versión en el juego y, este sábado, igualó 0-0 con Clermont, el hasta ahora colista de la Ligue 1.
Al inicio de la segunda parte, en el primer minuto de la reanudación, una doble ocasión de su adversario a punto estuvo de crear aún más daño al bloque de Luis Enrique.
El primer remate lo paró el guardameta. El segundo, a menos de un metro, lo repelió milagrosamente el poste para agrandar la inseguridad de un campeón aún entre las dudas.
Fue un aviso. Uno de los varios que asumió y aguantó el PSG, que requirió otra gran intervención de Donnarumma después para mantener el 0-0; entonces com más ocasiones y claridad del Clermont Foot que del poderoso equipo parisino, aunque también dispuso de ellas, como el zurdazo al palo de Mbappé instantes después.
O el remate de Ousmane Dembélé en el primer tiempo, al que respondió, también, esplendoroso el portero Diaw.
Pero el París Saint-Germain fue un equipo embarullado en su ataque, sin conexión entre sus mejores hombres, siempre a trompicones cuando tentó el gol que le diera la victoria.
También vivió inquieto en su retaguardia, por el empuje y la fe de su oponente, que tan solo había sumado un punto hasta ahora en seis jornadas, con cinco derrotas, en el último puesto, pero con el mérito tremendo de contener -incluso poder ganar- al actual campeón.
Ni siquiera en el tramo final, con el 0-0 tan expresivo del encuentro del PSG, logró el gol. Sí lanzó una ofensiva real, total. Hizo méritos. Pero no encontró una aparición individual para cambiar el devenir del enfrentamiento.
Kylian Mbappé fue intermitente. Gonçalo Ramos, en el campo desde el minuto 64, tampoco fue una solución. Dembélé, más allá de alguna acción inconstante, se quedó en sólo algún intento de gol.
Entre esos ataques, Mbappé fingió un penalti -fue amonestado por el árbitro- y Diaw surgió increíble para detener la mejor ocasión y combinación del encuentro, culminada por Gonçalo Ramos ante el portero.
Su mano derecha, desde el suelo, elevada por encima del cuerpo, negó la redención y la victoria del partido al París Saint Germain. Después lo hizo dos veces más, en el asedio final. Empate a cero. Una hazaña local. Una fiesta en el estadio Gabriel-Montpied. Un fiasco visitante. Otra decepción.
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