Religión | Protejamos la vida y la dignidad humana
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Desde el inicio de la creación Dios ha hecho respetar la vida humana, cuando Caín mató a Abel Dios le preguntó a Caín ¿Dónde está tu hermano? y le agregó, porque clama la sangre de tu hermano y su grito me llega desde la tierra. Y Dios le agregó: en adelante serás maldito y vivirás lejos de este suelo fértil que se ha abierto para recibir la sangre de tu hermano que tu mano ha derramado.
Ll mandamiento no matarás, prohíbe claramente las acciones directas que conduzcan a la pérdida del derecho a la vida. El clamor común que con razón se hace en nombre de los derechos humanos, por ejemplo: el derecho a la salud, al hogar, al trabajo, a la familia, a la cultura, la educación, es falso e ilusorio si el derecho a la vida que el derecho más básico y fundamental y la condición para todos los demás derechos humanos no se defiende con la máxima determinación.
Tanto por la revelación divina como por la ley natural sabemos que hay algo especial en la vida humana, estamos hechos a imagen de Dios. La protección de la vida y la dignidad humana es un instinto natural de todas las personas y está en el centro de la enseñanza social católica porque sin ellas ningún otro derecho tiene significado.
La vida humana es sagrada, toda persona independientemente de la etapa de su vida, de su condición, tiene el derecho universal a vivir el valor y la defensa de la dignidad de la vida humana, se aplica a todas las personas en todas las circunstancias: desde la concepción hasta la muerte natural.
La vida humana está amenazada por el aborto, la eutanasia, la clonación, investigación con células madres embrionarias, el uso de la pena de muerte junto con las guerras y los ataques terroristas.
La dignidad humana proviene de Dios no de ninguna cualidad o logro humano, la dignidad que Dios otorga al estampar su imagen en cada persona es una dignidad otorgada a todos no puede verse disminuida por nada, ya sea una discapacidad, una enfermedad, o cualquier otra circunstancia.
Reconocer y defender la dignidad de cada vida humana desde el momento de la concepción es un camino de amor heroico de Dios que busca el bien del otro, y es un camino de gran alegría en el amor de Dios. Sin Dios la persona humana es un animal más sin dimensión ni destino trascendente, sin Dios la vida humana no es un gran regalo con significado y propósito inherente sino algo que se puede usar.
El ateísmo socava el conocimiento de la verdadera naturaleza de la persona humana al vivir como si Dios no existiera el hombre pierde de vista tanto el misterio de Dios como el misterio del mundo y el misterio de su propio ser. Los seres humanos somos sociales y la forma en que vivimos juntos afecta la dignidad del individuo y el progreso de la sociedad.
Todo ser humano es una persona, es decir, su naturaleza está dotada de inteligencia y libre albedrío y precisamente por ser persona tiene derecho y obligaciones que surgen directas y simultáneamente de su propia naturaleza, por eso como decía el papa Juan XXIII en su encíclica «Paz en la tierra», cualquiera que sea el progreso en la tecnología y la vida económica no puede haber justicia ni paz en el mundo mientras los hombres no se den cuenta de cuán grande es su dignidad porque han sido creados por Dios y son sus hijos.
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