Protagonista de mi vida, por María García de Fleury
María García de Fleury
El ser humano es el primer protagonista de la vida humana. No puede evitar estar en el mundo con los demás. Es el autor de sus actos, pero no es la razón de ser de su existencia.
Como ser racional, pensante, hombres y mujeres tenemos frente a nosotros un horizonte ilimitado para desarrollar nuestras potencialidades. Es un proyecto que tiene que realizarlo cada uno a plenitud para poder llegar a la plena libertad. Como persona, hombre y mujer, somos conscientes de nosotros mismos y de nuestro autoproyecto. Al menos deberíamos serlo. Y al mismo tiempo, el ser humano tiene una conciencia moral que lo compromete consigo mismo, con sus semejantes y con el absoluto. Como persona racional, responsablemente, aceptamos las consecuencias del ejercicio de nuestra libertad. Buscamos darle sentido a nuestra existencia, a los valores creadores para comprometernos en la sociedad. En medio de todo esto, hay un pensamiento que angustia a la persona consciente, y es el de la muerte. En la contingencia y limitación de cada ser humano, todos sabemos que somos seres para la muerte.
En el lenguaje popular se dice que lo único que todos tenemos seguro es la muerte. El hombre y la mujer son las únicas criaturas en el mundo que se formulan los interrogantes. ¿Por qué vivir? ¿Por qué sufrir? ¿Por qué morir? ¿Qué hay detrás de la muerte? Como todo ser humano es un ser relacional, podemos decir que toda persona es un ser para el encuentro, porque tenemos una serie de limitaciones.
El ser humano no se basta a sí mismo y tiene una misión que lo proyecta hacia los demás. El ser humano, por definición, es el trascendente que busca un tú con quien relacionarse. La persona humana presenta la responsabilidad como actitud clave de quien se siente interpelado por un tú trascendente que puede convertirse en la opción fundamental para la propia persona, su familia, su patria, su religión.
En la encíclica sobre el valor de la vida Evangelium Vitae del Papa Juan Pablo II, se completa la idea de la grandeza humana con la aspiración profunda de su corazón expresada por San Agustín. Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti. Toda la creación está ordenada al ser humano y toda se somete a él, dice el libro del Génesis en el capítulo 1. El hombre cuida del paraíso, de la tierra, del mundo y así se reafirma su primacía sobre las cosas las cuales están destinadas a él y confiadas a su responsabilidad. Así estableció Dios que fuera la relación del ser humano con todo lo creado.
Dios crea al mundo, crea a los seres humanos, a su imagen y semejanza. Los crea como protagonistas de la vida humana para que todas las personas vivan felices y se desarrollen en pleno. Por eso estamos llamados a seguir las leyes naturales establecidas por Dios. Así viviremos con la certeza de vivir plenamente porque no hay duda de que es con Dios con quien siempre ganamos.