¿Por qué nos enojamos? Cuatro reglas para volver a la calma
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¿Por qué nos enojamos? Porque es una respuesta natural a una situación que uno cree injusta, amenazante o frustrante. Entonces, lo más importante es saber que el enojo es algo que puede ocurrir, pero es fundamental detectar si aparece con mucha frecuencia o de forma desmedida.
Si bien enojarse es normal, el tema es que uno no tiene que vivir enojado y debe analizar por qué se está enojando.
- La regla número uno es identificar qué está pasando. Cuando uno siente el enojo o siente una emoción similar, lo que tiene que hacer, en primer lugar, es reconocerlo. Es decir, tener conciencia emocional. Lo que siento es enojo. ¿Y cuál es la causa? Averiguarlo es indispensable. No se puede combatir el enemigo que no se conoce. Debo tener conciencia emocional.
- Regla número dos: tome una pausa. Como si estuviese apretando un botón, y respire hondo. Hondo, profundo. Unas 10, 12 veces, la respiración son 12 veces por minuto. Con eso ya puede bajar el enojo.
- Regla número tres: comunicar esa situación emocional. ¿Qué es lo que usted siente? Comuníqueselo al otro, en forma asertiva, segura, con respeto, pero guardando su posición y teniendo empatía para entender al otro.
- Regla número cuatro: busque una solución al problema y no se centre solamente en el enojo. Y si usted ve que hasta aquí no puede resolver este tema, busque un amigo, la pareja, un familiar, alguien con el cual pueda compartir eso que siente para ver cómo lo soluciona.
Cómo evitar los ataques de ira
Como hemos detallado en Infobae, la prevención de un ataque de ira empieza reconociendo que el enojo crece paulatinamente. Utilizando una analogía visual, el enojo se representa como una barra de color que va del amarillo, en casos de pequeños disgustos, hasta el rojo en casos de verdaderas frustraciones, culminando en el ataque de ira.
Una estrategia fundamental es medir el costo de enojarse. Generalmente, es uno mismo quien paga el precio más alto por un ataque de ira, tanto a nivel personal como en las relaciones con los demás.
Al evaluar racionalmente las consecuencias emocionales y los perjuicios a los vínculos cercanos, es posible darse cuenta de que muchas veces no vale la pena enojarse. Esta reflexión puede ayudar a tomar la decisión consciente de no dejarse llevar por la ira.
Otra herramienta efectiva es tomarse un tiempo antes de reaccionar. Alejarse físicamente de la situación conflictiva y dedicar unos minutos u horas a otras actividades puede ayudar a que el enojo disminuya.
Distanciarse, ya sea subiendo escaleras, dando una vuelta a la manzana o simplemente esperar, permite gastar la adrenalina acumulada y reducir la intensidad del enojo, evitando así que se transforme en un ataque de ira.
Con información de infobae.com
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