«Pirópolis» exhibe un Chile consumido por las llamas en su estreno en Tribeca
EFE
El Chile más incendiario tomó protagonismo este sábado en el festival de Tribeca en Nueva York, donde Nicolás Molina presentó su nuevo documental ‘Pirópolis’, un relato de las llamas que consumen con frecuencia la ciudad portuaria de Valparaíso y que también emergen de los propios chilenos.
Molina retrata «la ciudad de fuego» desde el punto de vista de una unidad de bomberos que se prepara para apaciguar unos incendios forestales, teniendo como telón de fondo el estallido social de 2019 en el que miles de chilenos salieron a las calles para pedir a gritos una nueva Constitución.
El estreno del documental tiene lugar unos meses después de que en febrero unos trágicos incendios acabaran con la vida de más de un centenar de personas en Valparaíso, aunque este suceso no coincidió con el rodaje.
En contraste con la situación de la ciudad, que por su clima y otros factores es propensa a sufrir este tipo de fenómenos, el trabajo de bombero en Chile es voluntario: los profesionales no reciben remuneración alguna y cuentan con menos apoyo estatal, lo que convierte la suya en una profesión muy precaria.
Con esta premisa, ‘Pirópolis’ habla de los bomberos, del fuego del bosque y de las llamas que incendian todo un pueblo: «(las protestas de 2019) fueron un símbolo importante e hicieron que la película adquiriera otra dimensión social mucho más preponderante», explica en entrevista con EFE el director, originario de Santiago.
Un pueblo que también arde
Para mostrar la parte en llamas de Valparaíso, Molina, enfundado en un traje de bombero y tras someterse a un entrenamiento, se adentra entre las peligrosas llamas junto al equipo de la brigada Quinta Compañía.
No obstante, no fue este el momento de mayor temor para el santiaguino, sino una de las protestas que inundaron las calles de Valparaíso en 2019, un momento histórico que conecta directamente con las llamas.
«Hay una conexión entre este malestar (social) y los incendios, que tiene que ver con la desigualdad de este país y cómo eso ha llevado a la gente a vivir en estos lugares», afirma.
Con sus palabras, el director hace referencia a los cerros que rodean Valparaíso, que están habitados, sobre todo, por personas con pocos recursos económicos y que en numerosas ocasiones se encuentran entre las más afectadas por los incendios.
Molina, que en sus trabajos anteriores también explora comunidades o profesiones invisibilizadas, dice sentir una gran curiosidad por «lo puramente cinematográfico» de aquellos aspectos o costumbres propias de Chile que son invisibles para el ojo del extranjero.
Por su parte, el fuego le parecía «multidimensional»: «Me dieron muchas ganas de vivir esa contradicción del fuego, en el sentido de que es destructivo pero hipnótico al mismo tiempo», explica.
Y más concretamente, asegura sentir una gran curiosidad por el impacto del fuego en la población: «En Valparaíso todo el mundo tiene alguna historia con un incendio. Todos los vecinos tienen un amigo, un primo o un hermano que se ha visto afectado por ello».
De «la ciudad de fuego», Molina se queda con su belleza y con la oportunidad que le ha dado de observar de cerca y entender lo que está ocurriendo allí: «Las películas te hacen vivir aventuras excepcionales y entrar a lugares en los que uno no entraría de normal. Eso es lo lindo de hacer películas». EFE
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