Paz y bendiciones, por María García de Fleury
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Si queremos de verdad la paz, no basta con un apretón de manos o una palmadita en la espalda, hay que descubrir las causas de las tiranteces y poner remedio, tengamos presente que en nuestro ambiente familiar, vecinal, profesional y social pueden existir situaciones conflictivas y haríamos muy mal en preocuparnos por la paz de los que están lejos de nosotros si estuviéramos despreocupados de sembrarla a nuestro alrededor.
La paz implica una conversión de corazón y de alma, por eso tenemos que buscar la paz con nosotros mismos, rechazar la inflexibilidad, la ira, la impaciencia, mostrar dulzura para con nosotros mismos y para con los demás; eso va a ser que sea mucho más sencillo el tener paz con los familiares, amigos, extraños, con los pobres, con los que sufren, sin miedo a encontrarnos con ellos y escuchar lo que tienen que decir.
Busquemos redescubrir la grandeza de Dios en toda la creación, démonos cuenta de que somos responsables frente a todo lo creado, y que estamos llamados a construir un futuro cada vez mejor, de paz, desarrollo y armonía junto con todos los habitantes de este mundo.
Empezando el nuevo año haz un recuento de las bendiciones que recibes a diario, no anotes tus problemas, la clave de la felicidad y la paz está en entregarse a sí mismo para ayudar a los demás, no en obtener para ti mismo, nunca dejes de ayudar a un vecino sea quien sea, incluso un extraño.
El hombre bíblico era consciente de que por sí mismo no era posible alcanzar la felicidad que tanto deseaba, la bendición era una forma de reconocer que este deseo no se podía obtener sin la intervención de Dios que es el autor de la felicidad plena, por eso para obtenerla era necesario llevar una vida en unión con él.
En estos primeros días del año también nosotros pidamos la bendición de Dios para que nuestro caminar sirva de encuentro y de fraternidad con los demás y ayude a permanecer unidos a Dios.
Hoy las personas llenas de miedo e inseguridades, necesitan más que nunca ser bendecidos; San Patricio en su bendición dice “guarda en el corazón con gratitud el recuerdo precioso de las cosas buenas de la vida y que todo don de Dios crezca en ti, que la fuerza de Dios te mantenga firme, que la mano de Dios te proteja y que hasta que volvamos a encontrarnos Dios te tenga y tenga a todos en la palma de su mano”.
Pedir la bendición y bendecir en un mundo tan lleno de miedos, condenas y confrontaciones, es una necesidad para nuestros días, por eso comenzando el año convendría recordar la fórmula que Dios dio a Moisés para que Aarón y sus hijos bendijeran al pueblo, y que dice así: “El señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor, el Señor te muestre su rostro y te conceda la paz”.
Comienza tú también este año elevando los ojos hacia María, la Virgen, la Madre de Dios, ella será nuestra compañía y protectora cada día de nuestra vida.
Amigos, bendice a todos con quienes te encuentres este año, pues así les estarás enviando la certeza de que como dice el salmo 1, “aunque la senda pueda ser tortuosa, y llena de obstáculos, aun así, todo aquel que ama a Dios y cumple sus mandatos, cuanto emprenda, tendrá un buen fin”, porque con Dios ¡siempre ganamos!