Patricia y Abraham Reyes, Fe y Alegría, por María García de Fleury
por: María García de Fleury
Abraham era un muchacho que había nacido el 16 de marzo de 1917 en Siquisique, estado Lara y dejó su tierra a los 15 años y se fue a Barquisimeto con su mamá, fue reclutado para el ejército y así fue como llegó a Caracas.
Abraham cuenta que un día se enfermó gravemente y lo llevaron al Hospital Militar, creía que se moría y pidió con gran sencillez a la Virgen: «Dame tres años más de vida y te voy a visitar a tu iglesia para agradecerte». Abraham se sanó y siempre sintió que había sido un milagro, al poco tiempo pidió su baja del ejército.
Con su mamá vivía en una piecita por la avenida Sucre, en el sector de Las Tinajitas, en Caracas. Entes sus vecinos conoció a Patricia García, una joven huérfana de madre, criada por sus tíos con la religiosidad del pueblo, era oriunda de Barlovento, una muchacha muy religiosa, era más o menos el año 1942 y decidieron formalizar su relación, se casaron en la iglesia San Francisco pues allí los padres jesuitas les facilitaban los trámites sin cobrarles.
Se fueron a vivir en lo que es hoy el 23 de enero y ahí se hicieron su ranchito de cartón viejo que se quemó con unos cohetes, entonces decidieron hacer uno mejor con los pocos conocimientos de albañilería que tenía Abraham, tuvieron trece hijos y la generosidad de Abraham y Patricia era tan grande que criaron a otros seis hijos más. Poco a poco, a medida que iba entrando el dinero iban construyendo su casa de ladrillos de dos pisos y como no había agua, Patricia caminaba tres kilómetros para cargar las latas de agua.
Siete años les había costado ver terminada su buena casa de dos pisos cuando se encontraron con el padre José María Velaz, que iba con muchachos de la Universidad Católica Andrés Bello ofreciendo dar catequesis a los niños.
Abraham y Patricia les prestaron la parte de abajo de la casa para que se celebrara allí la primera comunión de un grupo de muchachos y en la homilía el padre Velaz dijo que estaba buscando un lugar para hacer una escuela y enseñar a leer y escribir. Al terminar la misa, Abraham se acercó y le dijo «Padre, si usted quiere hacer una escuela, ponga a las maestras que nosotros le regalamos este local», y agrego, «si me quedo con esta casa, será la casa de mi mujer y mis hijos, pero si la convertimos en escuela será la casa de todos los niños del barrio».
Esta decisión conmovió profundamente al padre Velaz y le mostró el camino a seguir para educar con fe y alegría, que es así como se llaman los cientos de colegios que hoy enseñan a niños en 22 países. En Venezuela, tienen 172 escuelas, 5 institutos universitarios, 23 emisoras de radio conectadas en red, 70 centros educativos de capacitación laboral y un centro de formación e investigación.
Abraham con el tiempo se incorporó a la legión de María, fue uno de los 8 primeros diáconos casados de Venezuela, evangelizaba en Plan de Manzano y le llevaba la comunión a los enfermos. Desde su pobreza y generosidad, Abraham y Patricia lo dieron todo por amor a Dios, por eso seguimos viendo maravillas suceder, se han convertido en ejemplos de vida para millones de personas, la causa de su beatificación ha sido introducida ante el Vaticano, pues son un modelo de matrimonio y familia que en medio de su sencillez supieron que con Dios ¡siempre ganamos!