Papa viaja a Paraguay tras intensas visitas en Bolivia y Ecuador
Santa Cruz de la Sierra, Bolivia | AFP | El papa Francisco viajó el viernes a Paraguay, la última escala de la gira sudamericana que primero lo llevó a Ecuador y después a Bolivia, donde reivindicó los derechos de los pobres y demandó un cambio en las estructuras económicas globales.
La aeronave con Francisco a bordo despegó del aeropuerto de Viru Viru de Santa Cruz al promediar las 13H20 locales (17H20 GMT). El presidente Evo Morales lo despidió personalmente en tierra.
Su última actividad pública en Bolivia fue una visita a la cárcel de Palmasola, la más hacinada y peligrosa del país, ubicada en una especie de ciudadela en Santa Cruz de la Sierra, en la que defendió la reinserción de los presos en la sociedad.
Francisco se despojó de todos los oropeles de pontífice y enfatizó que «reclusión no es lo mismo que exclusión, que quede claro, porque la reclusión forma parte de un proceso de reinserción en la sociedad».
El papa caminó lentamente en un amplio patio del recinto, donde era aguardado por 2.800 presos y sus familiares. Abrazó a todos y besó a niños en brazos. Detrás de él, personal del Vaticano repartía rosarios mientras una delicada melodía cristiana acompañaba su paso.
«El que está ante ustedes es un hombre perdonado. Un hombre que fue y es salvado de sus muchos pecados. Y así es como me presento», les dijo.
«Recen por mí. Recen, también hice mis errores. Yo también necesito penitencia», agregó.
Antes de acudir a la cárcel, el Vaticano informó que el papa visitó a la Virgen patrona de Bolivia, a la que le donó las condecoraciones que recibió de manos del presidente Evo Morales.
Es sabido que el papa no acepta ningún tipo de distinción. Aunque no se especificó nada sobre el polémico Cristo crucificado sobre la hoz y el martillo, que también recibió de regalo de parte del presidente boliviano.
Francisco cerrará en Paraguay la gira que comenzó el domingo pasado en Ecuador.
No nos abandonen
Francisco, de 78 años, escuchó testimonios de prisioneros, entre ellos el de la reclusa Analía Parada, quien le pidió que hiciera conocer el «terrorismo jurídico que sufren las personas de escasos recursos». Al finalizar, Parada se quebró y se refugió en un abrazo del papa.
«Que hayamos cometido un delito no significa que nos deban dejar así, en el abandono», le dijo otro recluso entre aplausos de los asistentes.
«No tengo mucho más para darles u ofrecerles, pero lo que tengo y lo que amo sí quiero dárselos, sí quiero compartirlo: Jesucristo, la misericordia del Padre», les dijo Francisco, quien por un momento perdió el solideo por el viento. «Mientras no se me vuele la cabeza, no hay problema», bromeó.
El pontífice argentino pidió visitar Palmasola, una hacinada ciudadela carcelaria que alberga a 4.800 reos, quienes se enfrentaron por pugnas de poder en 2013, con un saldo de 35 muertos.
En Palmasola viven unos 120 niños con sus padres presos, expuestos a todo tipo de peligros.
El arzobispo de Sucre y responsable de la pastoral penitenciaria Jesús Juárez aseguró que la presencia de Francisco hace real las palabras de Jesús: «Estuve en la cárcel y fuiste a verme».
Bolivia tiene la mayor cantidad de presos sin sentencia en toda Latinoamérica, con 84%, seguido de Paraguay, con 71% en esta situación, según la Defensoría del Pueblo, y un alarmante hacinamiento -con 15.000 presos en cárceles cuya capacidad real es de 5.000-, por lo que el gobierno impulsa procesos de indulto.
Perdón a nombre de la Iglesia
Francisco lanzó el jueves un histórico pedido de perdón a nombre de la Iglesia, por los crímenes cometidos contra indígenas durante la conquista de América, en una jornada marcada por su apoyo a reivindicaciones sociales, que lo llevaron a ser llamado «papa revolucionario».
«Pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América», dijo el primer papa latinoamericano, ante una cumbre de movimientos populares.
Durante su estancia en Bolivia, el papa hizo hincapié en la labor social de la Iglesia católica y en la defensa del medio ambiente, y abordó asuntos puntuales como el capitalismo o la inclusión de los pobres.
«Digámoslo sin miedo: queremos un cambio», clamó el papa en alusión al libre mercado. Francisco sustentó que «este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los Pueblos… Y tampoco lo aguanta la Tierra».