Pandemia | ¿Última oportunidad para que el mundo se entienda?
EFE
«Otra vez a rebufo, otra oportunidad perdida». El sistema internacional, con los 75 años de Naciones Unidas cumplidos este 2020, se tambalea en medio de la pandemia, con grandes potencias caminando en sentido contrario de sus recomendaciones, falta de interés de la ciudadanía y una profecía de un futuro poco halagador.
Al mismo tiempo, varias líderes y antiguas altas funcionarias de la ONU piden mayor protagonismo para el organismo y avisan de que debilitar estos espacios solo profundizará la crisis global causada por el coronavirus.
Cerca de 40 mujeres líderes enviaron una carta al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, continuamente bloqueado por países con derecho de veto como Estados Unidos, Rusia o China, a declarar esta pandemia como una amenaza a la seguridad y la paz, que, según denuncian, no tardaron tanto en hacer con epidemias anteriores como el ébola y el VIH.
«Esta es la mayor amenaza contra la paz y seguridad desde hace 75 años, es obvio para todo el mundo», afirma a Efe desde París la exdirectora general de la UNESCO Irina Bokova. «La comunidad internacional va otra vez a rebufo, es otra oportunidad perdida», opina Cristina Manzano, directora del medio analista Esglobal.
CORONAVIRUS: UN PROBLEMA GLOBAL, UNA RESPUESTA FRACCIONADA
El mundo está a punto de llegar a los tres millones de contagiados y los 200.000 fallecidos por coronavirus, incluso si las cifras reales pueden ser muy superiores a las oficiales debido a la falta de test.
La pandemia es un problema global que cada país, a pesar de las recomendaciones unificadas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), afronta a su manera.
«Es natural que en situación de crisis cada líder vea por su gente, pero no podemos decir nosotros primero, no hay cómo salvar a los nuestros sin salvar a los demás», declara a Efe la ecuatoriana María Fernanda Espinosa, presidenta de la Asamblea General de Naciones Unidas entre 2018 y 2019.
En esa misma línea se expresa la exsecretaria general adjunta de Naciones Unidas Rebeca Grynspan, actual secretaria general iberoamericana, quien apunta a una «fragmentación» en el liderazgo mundial: «Europa ha sido uno de los epicentros de la crisis y se ha consumido en el reto interno y no cuenta con una estrategia común con Estados Unidos».
A su vez, Helen Clark, que fue primera ministra de Nueva Zelanda y administradora del Programa de las Nacionales Unidas para el Desarrollo (PNUD), declara a Efe que si continúa la estrategia «fragmentada» de los países «podemos esperar impactos muy profundos y duraderos en el tiempo».
«La crisis sanitaria ha dado paso a una económica y social. Cuando las economías paran para frenar el virus eso acaba afectando a la gente y necesitamos instrumentos financieros globales para ayudar a los países», demanda.
OTRA OPORTUNIDAD PERDIDA PARA EL MULTILATERALISMO
El multilateralismo vive esta crisis de capa caída, cuando en medio de la pandemia «la maquinaria no funciona bien».
Es la opinión de Fernando Arancón, politólogo y director de la publicación El Orden Mundial, quien asegura a Efe que los organismos internacionales están actuando «como buenamente pueden».
«Veníamos de unos años de tendencia de venirse a menos, desde que empezó la ola de hombres con fuertes lógicas populistas y el multilateralismo no encaja bien esas lógicas», analiza.
Cristina Manzano recuerda que el multilateralismo tenía «una oportunidad para calar en la opinión publica con cosas muy rápidas y muy concretas y el mensaje que llega es que no es capaz».
«La ciudadania está muy lejos de esto, le influye y no positivamente, hay una frustración generalizada de por qué la ONU no ha sido capaz de parar en 10 años una guerra como la de Siria, o por qué la OMS no ha sido capaz de prever con más eficacia lo que se nos venía encima», apunta.
Por su lado, tanto Bokova como Clark afirman rotundamente que el multilateralismo «no está funcionando» pero opinan que la OMS ha hecho el «mejor trabajo posible bajo estas circunstancias».
Ambas apuntan a la inacción del Consejo de Seguridad como gran responsable del desgaste público: «Cuando el mayor órgano de Naciones Unidas está silenciado es una señal terrible», lamenta Clark.
Bokova aprecia «claramente» los «esfuerzos» del secretario general de la ONU, António Guterres, de la Asamblea General o de los organismos de financiación, pero pide medidas concretas.
«En la crisis de 2008 vimos una respuesta inmediata de las organizaciones y los entes de financiación; hay una crisis climática y tenemos un panel de expertos; pero no vemos que nada de esto esté pasando ahora», se queja.
Para Grynspan, actual secretaria general iberoamericana, es el momento de fortalecer el sistema y no de «golpearlo».
«En todas las experiencias históricas que conozco, cuando la respuesta es confrontación la crisis ha empeorado», dice.
EL MUNDO QUE NOS DEJARÁ LA PANDEMIA
Una de las mayores incógnitas pero también una de las cuestiones que más hipótesis levanta esta pandemia es cómo será el mundo cuando la enfermedad esté controlada. Pero sí en algo coinciden las fuentes consultadas por Efe es que esta crisis generará más inequidad en el mundo y profundizará las divisiones.
«Necesitamos préstamos para el mundo en desarrollo, el mundo desarrollado dedica el 20 % del PIB a enfrentar las consecuencias de la crisis, los países en desarrollo entre el 2 y el 4%», manifiesta Grynspan, quien asegura que los países latinoamericanos han actuado «a tiempo, con seriedad» pero «con menos contundencia porque no tienen espacio fiscal para paquetes de esta magnitud».
Para Espinosa es clave repensar el sistema: «hemos tenido la posibilidad de constatar que la inversión pública no es un gasto sino una verdadera inversión, el rol del Estado como organizador de la sociedad es una gran lección».
Bokova vislumbra un escenario más complejo con «el mundo será más pobre, más desigual», donde «los logros conseguidos en las últimas décadas se verán revertidos».
«Habrá más presión y más tensión en los recursos, veremos más conflictos, estoy preocupada por África y los países en desarrollo, pero tenemos que tener un nuevo humanismo, donde el ser humano esté en el centro», reflexiona la búlgara.