OVP: Hambre y enfermedades, principales causas de muerte en cárceles venezolanas
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El Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) presentó este martes 10 de mayo su Informe Anual 2021 titulado «La crisis del sistema penitenciario, un reflejo del abandono del Estado».
El estudio de investigación, que expone la situación de las cárceles venezolanas, fue presentado por Carolina Girón, Directora del OVP, quien detalló que el hacinamiento en las cárceles se ubicó en 159.09% durante 2021, y constituye la principal causa de los hechos de violencia, motines y protestas que se presentan en los centros penitenciarios.
Detalló que un total de 126 presos murieron en 2021, de los cuales 90 fallecieron por cuestiones de salud.
Girón, explicó que una de las causas del hacinamiento es el retardo procesal, que se ubicó para 2021 en 70 por ciento, es decir, de 7 expedientes, 10 no se movieron durante todo el año.
«La desnaturalización e incompetencia del poder judicial se refleja ante la falta de mecanismos idóneos para la obtención de justicia», reza el informe presentado este martes por el OVP.
El documento refleja que en la actualidad un 54% de la población penitenciaria está en situación de procesados, es decir, no se les ha comprobado la culpabilidad o responsabilidad en la comisión de los delitos que se les acusan, por lo que priva la presunción de inocencia. «Esta situación, va en en detrimento de algunos beneficios con los que muchas personas pudieran llevar su sentencia desde casa, contribuyendo a aliviar los niveles de hacinamiento», explicó Girón.
Desidia judicial
El retardo procesal de 70% está basado, según Girón, en la «desidia» que impera en el sistema judicial venezolano, pese a que en junio de 2021, diputados del parlamento chavista reconocieron el problema de retardo procesal y crearon la Comisión Especial para la Revolución Judicial, que junto a funcionarios militares pretendía descongestionar los calabozos del país en 60 días.
Esta instancia, según Girón, no generó ningún tipo de resultado, ya que no se tomó en cuenta que para el momento la población penitenciaria era de 70.000 presos y en el país existe plaza solamente para 20.000 reos.
Recordó que desde el 1 de julio de 2021 hasta el 28 de septiembre del mismo año, la Comisión emitió 3.626 libertades, pero buena parte de ellas fueron emitidas por personas en usurpación de funciones de los jueces, lo que a su vez configuró un proceso plagado de irregularidades y sin las garantías necesarias.
La «desidia» se traduce en dos tipos de situaciones que contribuyen al elevado porcentaje de hacinamiento; por un lado, los presos que ya cumplieron su pena pero no se les emiten las boletas de excarcelación; y por otro lado, quienes tienen boleta de excarcelación y continúan presos.
Girón denunció que en el segundo caso, suele privar un mecanismo que calificó la «llamada de ministra», y que evidencia la corrupción que también existe dentro de las cárceles venezolanas.
El hambre mata más que la violencia
Un caldo con un bollito de harina es la comida que suelen recibir los presos, de dos a tres veces por semana, y que por consecuencia contribuye a los problemas de salud que se viven en las cárceles venezolanas, siendo de hecho la salud, la primera causa de muerte y de protestas en los centros penitenciarios, donde la desnutrición severa así como los casos de tuberculosis, hepatitis y otras patologías abundan cada día más.
«El número de muertos en los centros penitenciarios durante 2021 fue de 126, de los cuales 90 fallecieron por cuestiones de salud», refirió Girón.
«En las cárceles no hay médicos, hay hombres y mujeres adultos que pesan menos de 45 kilos y lo que hacen es aislarlos y amontonarlos todos en una celdas».
Durante el periodo de mayor incidencia por la pandemia del Covid-19, el ingreso de alimentos y agua por parte de los familiares se dificultó en mayor medida, debido a que se suspendían las visitas con mayor frecuencia. «Las mujeres, quienes por los general son las que llevan los alimentos a sus familiares privados de libertad hacían 4 horas de cola pero luego debían devolverse a sus casas cargando con todo lo que llevaban y muchas veces perdiendo los alimentos».
Pranes en control
El fenómeno del «pranato» sigue imperando y cobra mayor fuerza cada vez más en las cárceles del país, y se evidencia en un mayor índice de contrabando de armas de guerra hacia lo interno de los centros de reclusión.
«La instauración de estructuras criminales es una realidad latente caracterizándose por el contrabando de armas, drogas, sometimiento a los internos, pernoctas dentro de las cárceles, autorización de eventos, fiestas, cajeros automáticos a su conveniencia, piscinas discotecas…», recoge el informe.
Todo ante la falta de instituciones gubernamentales que pongan freno a la precaria y peligrosa situación.