OPINIÓN | Una semana de desconcierto, por María García de Fleury
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Jesús al ascender al cielo les dijo a sus discípulos: «Vayan por el mundo entero. Hagan discípulos míos a todos los pueblos, bautícenlos y enséñenles lo que yo les he enseñado». Y Les prometió que no los dejaría solos. Que en ocho días les enviaría desde el cielo al Espíritu Santo.
Estamos entre estas dos fiestas importantes: la Ascensión y Pentecostés, con la que se inicia formalmente la Iglesia y la evangelización. Pero ¿quién es el Espíritu Santo?
El Espíritu Santo es el amor entre Dios Padre y Dios Hijo. Es la tercera persona de la Santísima Trinidad. El encuentro con el Espíritu Santo es el encuentro con el propio Dios.
Muy poca gente está dispuesta a morir por una ideología pero sí somos capaces de morir por alguien a quienes amamos. Por eso tenemos que aprender a amar a la persona de Jesucristo. Ser cristiano es amar a Jesús no como un pensamiento sino una persona que vino a esta tierra y entregó su vida por ti y por mí.
Por curiosidad deberíamos averiguar por qué Jesús quiso venir a salvarte. Aprovecha estos días para leer el Evangelio de San Marcos y ver qué razones te da para eso.
Esta semana, entre la Ascensión y Pentecostés es una semana donde los apóstoles estaban desconcertados, tristes, angustiados. Nosotros también estamos desconcertados frente a los problemas que estamos viviendo de ideología de género, abortos, cierres de las Iglesias, la pandemia…
Con la venida del Espíritu Santo, los apóstoles se llenaron de fortaleza y entusiasmo para predicar sin miedo. Si amas a Jesús no tendrás miedo de salir a decir la verdad de que todas las personas hemos sido creadas por Dios a través de nuestro papá y mamá; que poseemos una dignidad y destacar que el respeto a la dignidad de cada uno es esencial para tener una sociedad en paz y en desarrollo porque estamos haciendo la voluntad de Dios…y con Dios, ¡Siempre ganamos!
