#23Sep | «San Padre Pío de Pietralcina», por María García de Fleury - 800Noticias
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Desde que era niño, la familia del Padre Pío todas las noches rezaban unidos el rosario, se podrían sacrificar otras cosas del hogar pero jamás el rosario, el amor a la Virgen era algo importantísimo.

Cuando en 1903 entró a la vida religiosa como monje Capuchino, su salud era tan mala que su profesor de teología le dijo “con esa salud no puedes ser predicador, mi esperanza es que seas un gran y concienzudo confesor”, estas palabras fueron proféticas.

El Padre Pío tenía poca educación formal, pero una entrega incondicional a Dios y a la Virgen. Vivió en la ciudad de San Giovanni Rotondo, en la Península de Gárgano, en Puglia, al sur de Italia. Fue considerado, aún en vida, como un gran hombre Santo, un gran carismático en la historia moderna de la Iglesia Católica. Dicen que durante su vida realizó al menos 1.000 curaciones milagrosas.

Los signos más famosos de su Santidad fueron los estigmas, estigmas son heridas parecidas a las de Cristo. Y el Padre Pío las llevaba en las palmas de las manos, el costado y los pies. Sus manos y sus pies estaban totalmente perforados y se podía ver la luz que atravesaba la membrana que cubría sus heridas. Llevaba guantes en las manos, menos durante la misa.

En el transcurso de los años, miles de personas vieron las heridas del Padre Pío mientras celebraba misa. La venda que estaba ubicada en su costado izquierdo se empapaba con sangre que fluía durante toda la noche y tenía que ser reemplazada al día siguiente.

Fue examinado muchas veces por los doctores y ellos declaraban que sus heridas no tenían explicación. Es interesante saber que la sangre que salía de los estigmas del Padre Pío, a veces emanaba una fragancia muy agradable, como una mezcla de violeta y rosa.

Un médico explicó, de todas las partes del organismo humano la sangre es la que más rápido se descompone. La sangre nunca da un olor agradable, esta milagrosa fragancia, agradable, también se olía en las cosas que pertenecían al Padre Pío y en algunas cosas que él tocaba.

Otro hecho que corroboró la conclusión de los médicos, de que la presencia de los estigmas era inexplicable y milagrosa, fue cuando tuvieron que operarlo de una hernia y de un quiste, estas afecciones se curaron normalmente, pero los estigmas no se curaban.

Los estigmas fueron visibles en su cuerpo por más de 50 años y desaparecieron tres días antes de su muerte, cuando él las vio desaparecer anunció “ya el señor me viene a buscar”.

El Padre Pío fue también un vidente, un confesor que leía los secretos de la mente, un profeta, un místico y un misionero a escala mundial.

El papa Juan Pablo II fue un gran devoto del Padre Pío en su juventud y viajó desde Varsovia hasta Puglia en 1947, recién ordenado sacerdote, para que el Padre Pío escuchara su confesión y con él pasó una semana, conversaron mucho.

El papa Juan Pablo II, en junio del 2002, ante una multitud de medio millón de personas en la plaza de San Pedro, lo declaró Santo, San Pío de Pietrelcina, con el nombre del pueblo donde nació porque desde allí aprendió a amar y a entregarle su vida entera a Dios, y con Dios siempre ganamos!