#OPINIÓN | San Ignacio de Loyola, por María García de Fleury
María García de Fleury
Ignacio de Loyola nació el 24 de octubre de 1491 en el castillo de Loyola, en España, en medio de una familia noble. A los 28 años, Ignacio luchó contra las tropas francesas en Pamplona, España, y lo hirieron con una bala de cañón que le destrozó una pierna y dañó gravemente la otra. Tuvo que pasar una larga convalecencia. Ese tiempo cambió su vida y cambió al mundo para siempre.
Leía libros sobre la vida de Cristo y los santos y decidió imitarlos. Una noche se le apareció la Virgen María con su hijo y desde entonces se propuso servir al Rey del Cielo.
Copiaba pasajes de la vida de Cristo y la de los Santos. Las palabras de Jesús las escribía en rojo; las de las Santísima Madre las escribía en azul.
Apenas terminó su convalecencia en 1522 se fue en peregrinación al Santuario de la Virgen de Monserrate, allí tomó el serio propósito de dedicarse a hacer penitencia por sus pecados. Hizo una confesión general de toda su vida, se consagró a la Virgen y se retiró a una cueva cerca de la provincia de Barcelona, donde vivió y rezó durante diez meses con gran austeridad.
Allí fue donde elaboró sus ejercicios espirituales y meditó sobre los espíritus en su vida: los espíritus que conducen a Dios y los espíritus nacidos del Diablo.
Las meditaciones y los ejercicios tan famosos están divididos en cuatro semanas: empiezan desde la propia conversión hasta la transformación de la persona.
En ese tiempo se ofreció enteramente a conformarse con la voluntad amorosa de su creador y Señor; y de ese entonces es la célebre oración que dice: Toma, Señor, y recibe toda mi libertad, mi memoria, entendimiento y voluntad. Todo mi haber y mi poseer. Tú me lo diste. A ti, Señor, te lo devuelvo. Todo es tuyo. Dispón conforme a tu voluntad. Dame tu amor y tu gracia, que eso me basta.
Ignacio fue a Tierra Santa. Estudió en las universidades de España y de París. En 1529 fundó una fraternidad piadosa que más tarde sería la Compañía de Jesús. En 1537 se fue junto con los miembros de la fraternidad a Roma e Ignacio de Loyola fue ordenado sacerdote, en el año 1538, y obtuvo el permiso del Papa Pablo III, quien le dió la confirmación oficial de la orden en 1540.
La organización estructural de la Compañía de Jesús tiene mucho que ver con la militar, aunque toda esa impronta está orientada al servicio de la difusión de la fé en Dios, que por aquél tiempo se encontraba muy en riesgo a causa de Martín Lutero.
San Ignacio, a los tres votos clásicos de pobreza, obediencia y castidad le agregó el de obediencia al Papa, alinéandose así a la autoridad y defensa del Papa. Esto fue clave en la reconquista de la fé y la contrareforma católica.
Ignació vivió sus últimos años en una pequeña habitación en Roma y desde allí gobernó la compañía de Jesús y fue testigo de su crecimiento, pues de solo seis Jesuitas al principio pasaron, en quince años, a 10.000 Jesuitas. El año de su fallecimiento eran tantos que era una alegría verlos todos juntos y estaban todos consagrados y estaban pensando consagrarse a Dios. Porque con Dios, siempre ganamos.