#Opinión | ¿Qué mereces?, por María García de Fleury
María García de Fleury
¿Por qué tengo que pensar que merezco esto; que merezco lo otro?, ¿Por qué tengo que pensar que merezco ser tratada bien, que no merezco otra cosa?
Para merecer debo averiguar y saber quién soy. Vivir en la verdad de lo que soy. Reconocer mis debilidades, mis fortalezas, mis fracasos, mis éxitos. Ser consciente sobre la verdad de mí mismo.
Vivir en la verdad de mí mismo es ser humilde. A menudo asociamos quiénes somos con nuestras habilidades, nuestras victorias y a veces hasta nos definimos por nuestras heridas y debilidades. Pero eso no es exacto.
¿Eres bueno? ¿Eres buena persona o no? Todos tenemos algo de bondad en nuestro ser; en nuestro ADN. ¿Quién te dio tu bondad?
El cristianismo dice que tu bondad, lo que tú vales, viene de Dios. Porque estás hecho a imagen y semejanza de Dios. Tu bondad no te la ha dado ningún ser humano así que nadie te la puede quitar.
Tampoco fue dada por lo que hiciste, por lo que estás haciendo o por lo que dejaste de hacer. Lo que tú vales reside en tu identidad. En la profundidad de lo que eres, de quién eres como ser humano.
Sin Dios en tu vida tú no eres si no una colección de células perecederas de moléculas y de partículas.
¿Por qué sientes a veces que eres maravilloso? ¿Por qué crees que mereces el amor y la admiración de otra persona? ¿Por qué mereces cosas?
El que tú seas tú, ya eso es maravilloso. Pero sin Dios, lo que tú eres es un accidente cósmico. Tú siendo tú, con la luz y el entendimiento de Dios, significa que fuiste creado para un propósito. Fuiste creado a propósito para darle gloria a Dios con determinadas cualidades y habilidades.
Por eso tienes que estar pendiente que no es asunto compararte con nadie sino de desarrollar tus potencialidades. Cuando eliminas a Dios de la ecuación de tu vida, la bondad y todo no se apoya en nada. Todo se reduce a «hice cosas buenas», «hice cosas malas»…
Todos sabemos que hay cosas buenas en nosotros que la gente ve, y hay cosas malas que la gente no ve. Así hay gente que puede decirte: «¡Ay, qué bueno eres!». Pero tu sabes y conoces que eso no es tan verdad.
¿Quién eres? Eres imagen de Dios. Eso no lo puedes perder porque nadie te lo ha dado sino Dios. Y por lo tanto, lo que eres, nadie te lo puede quitar. Es en ese momento cuando podemos conocer nuestra verdad.
Nadie, ni el Premio Nobel más célebre, ha logrado utilizar todos los bienes que Dios le ha dado, ni usarlos al máximo en beneficio de la humanidad.
Preocuparte mucho y preguntar a cada rato ¿Cómo lo estoy haciendo? ¿Cómo voy? Es sobrepreocuparnos. Hay que pensar menos en nosotros mismos. No considerarme yo el centro del universo. Reconocer que hay personas mejores que yo, y que eso eso está bien. Porque Dios es mejor que yo y eso está bien. Porque Dios me creó para algo; para algo que debo descubrir.
Cada uno de nosotros merecemos como persona porque hemos sido creados como imagen de Dios y con Dios, ¡siempre ganamos!