#Opinión | Personas con estigmas estigmatizadas, por María García de Fleury - 800Noticias
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María García de Fleury

A lo largo de la historia del cristianismo han habido personas que han padecido en su cuerpo el mismo sufrimiento experimentado por el hijo de Dios. Son los llamados estigmatizados para decir los estigmas, o heridas de la crucificción, en las manos, los pies, costado y cabeza.

El estigma es una huella impresa, sobrenaturalmente, en el cuerpo de algunos santos, como símbolo de participación de sus almas en la pasión de Cristo.

Hay registrados más de 300 casos de estigmatizados.

El primer caso documentado fue el de San Francisco de Asís, diácono, fundador de la orden franciscana, gran amigo de los animales, iniciador de la tradición de los pesebres navideños y autor de poemas bellísimos como «El himno al sol», «La oración por todos», «hazme un instrumento de tu paz».

Los estigmas le aparecieron a los 42 años, mientras estaba en un retiro espiritual, el 14 de septiembre de 1224, día de la Santa Cruz. San Francisco llevó los estigmas durante el resto de su vida y murió en de octubre de 1226.

Santa Catalina de Siena perteneció a la tercera orden dominica y en 1375, con 28 años, experimentó  un tipo particular de estigma. Santa Catalina llevó los estigmas invisibles, con todos sus dolores, hasta su muerte en 1380, a la edad de 33 años.

Santa Rita de Casia, después de la muerte de su marido y de sus hijos, ingresó en la orden agustina. En 1428 tenía 36 años, y meditando junto a un crucifijo sintió que una luz salía de la imagen, llegaba hasta su frente semejante a una espina muy dolorosa recién clavada. Esta estigma clavada en la frente la acompañó hasta su muerte en 1457.

La beata Ana Catalina Emmerick, una alemana de la tercera orden agustina, en 1813, tuvo una enfermedad que la inmovilizó en su cama de forma permanente. En ese tiempo comenzó a sufrir los estigmas y a alimentarse únicamente de una hostia consagrada diaria. Tuvo trances místicos donde viajaba en el tiempo y vivía momentos de Cristo y de la Virgen María. Murió en 1824 a los 50 años.

San Padre Pío fue el estigmatizado más famosos y estudiado de todos los tiempos. Como monje capuchino vivió desde 1914 hasta su muerte en el pueblo de San Giovanni Rotondo. Celebraba su misa sin  guantes y se le podía notar sus estigmas. Oía hasta 18 horas diarias de confesiones. Tenía el don de leer los corazones y manifestarse en más de dos lugares al mismo tiempo. Los estigmas desaparecieron de su cuerpo tres días antes de su muerte, el 23 de septiembre de 1968, a los 81 años en San Giovanni Rotondo.

Teresa Neumann, una alemana que en 1926, con 37 años, le aparecieron los estigmas en las manos, pies, costado y cabeza. También derramaba abundante lagrimas de sangre. Esto sucedía todos los viernes. Su alimentación desde entonces fue agua y una hostia consagrada diaria. Además era capaz de expresarse en lenguas que ella misma desconocía, como por ejemplo el arameo,el griego, el hebreo. Murió el 18 de septiembre de 1962, a los 64 años.

Todos estos estigmatizados que hemos mencionado aceptaron vivir los dolores y sufrimientos de Cristo porque ellos sabían que con Dios siempre ganamos.